Cada ser tiene un
objetivo en la vida. Dice la Palabra que, la piedra con ser la piedra guarda en
su interior una chispa y puede, por lo tanto, chocando con otra piedra, iniciar
el fuego. Las plantas, aunque las veamos muy quietitas en su puesto, producen
hojas, producen frutos y nos regalan con sombra y además nos purifican el aire.
Y aunque alguien pueda decir que están sólo vegetando, en realidad hacen y
mucho.
Nuestros abuelos son
siempre un tesoro, nos lo ha recordado recientemente el Papa Francisco. Me
gusta como les llaman en algunos países: ciudadanos de oro. Aunque es verdad
que sus movimientos y reflejos ya no son los mismos de antes, sus mentes son
más ricas que nunca. Tienen mucho más que dar que algunos jóvenes, a quienes
aún con pocos años, ya les podríamos llamar vejetes.
Por eso hoy dirijo mi
reflexión a ellos, a los jóvenes del tercer milenio. Esa nueva generación
digital, llena de oportunidades y bien globalizada. Muchachos: no vegeten ni
sean vejetes. Basta de pasarse horas y horas como planta en maceta, porque no
les van a salir raíces ni hojas y no es de esa forma que los humanos producimos
frutos. No se desanimen ni depriman por las dificultades, no es algo que sólo
les haya tocado a ustedes. Repasen un poco la historia y verán que en todas las
épocas han existido luchas que pelear y obstáculos que vencer. No se crucen de
brazos a lamentarse, no se pongan a renegar como vejetes y aprendan de los
ancianos, que aún con el peso de los años a cuestas, siguen caminando.
Juventud, divino
tesoro, don de Dios que dura poco y que se nos brinda para servir. Que esas
fuerzas de que hoy gozan no se desperdicien en un sofá. ¡Arriba ese ánimo y a
desgastarse por Cristo!
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos … ustedes
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