No cabe duda de que las
tradiciones navideñas tienen un “no sé qué” de especial que nos cautivan.
Quizás sea el recuerdo de la infancia golosa que se regocija pensando en los
dulces navideños, el chocolate y otros obsequios al paladar, que suelen siempre
ser parte de estas fiestas. También, de seguro, hacen parte de esas memorias el
canto de las posadas y la infaltable Novena.
Hoy
en día es esa misma Novena la que se está convirtiendo poco a poco en un
secreto estratégico
Para
la evangelización. Quien se iba a imaginar que una tradición hogareña podría
llegar a integrarse no sólo en los centros educativos, sino hasta en las
oficinas. Justamente ahí donde el trajín del trabajo impide a muchos recordar a
Dios, la Novena se ha infiltrado y comienza a dar sus primeros frutos.
El
sólo hecho de que durante 15 o 20 minutos durante nueve días los compañeros se
reúnan para meditar un pasaje del Evangelio, cantar algunos villancicos y rezar
al Niño Dios, es ya un pequeño milagro. De esa pequeña iniciativa podrían nacer
luego sinceros deseos de reconciliación (con Dios y con el prójimo), ganas de
retomar el cuidado de la vida espiritual, de volver a la Iglesia, etc.
Así
que aunque les parece poquita cosa, más nos vale no despreciar este poquito de
levadura que, bien mezclada en la masa, puede llegar a producir grandes frutos.
Organicemos y promovamos esta sencilla tradición que ha sido y seguirá siendo
una excelente herramienta secreta para llevar al hombre de hoy de regreso a
Dios.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos... ustedes
No hay comentarios:
Publicar un comentario