Me detengo a mirar unas
fotos viejas. Antes parece que era todo un acontecimiento sacarse una foto.
Vestuario, locación especial y algunos otros detalles que hacían mágico aquel
“flash”. Una impresión que detenía el tiempo y lo dejaba sellado a perpetuidad.
Tiempo que va pasando velozmente y que sin esa foto quedaría en el olvido.
Y me pongo a pensar
cómo será para Dios, cuántas fotos nuestras tendrá Él. Quizás ninguna, porque
Él no las necesita, para el no hay tiempo ni espacio, para Él todo es presente.
Pero nosotros sí las necesitamos, a nosotros el tiempo sí nos corre y la memoria
nos falla, las fotos son muy importantes para no olvidar esa sonrisa, ese
rostro amado, ese momento de alegría o de luto, minutos que pasaron pero que
siempre son memorables.
Y vuelvo a pensar en
aquellos que ya no están con nosotros y me vienen esas ganas de mirar las
fotos, de volver a experimentar lo que sentía en su compañía. Y sigo pensando
en que el tiempo se pasa y la vida también, y le doy gracias a Dios por las
fotos, pero agradezco más todavía por las personas retratadas en ellas, porque sé
que siguen existiendo y verlos en las fotos me acerca a ellos. ¡Benditas fotos!
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
Tiene toda la razon Padre, a mi me fascina tomar fotos, luego de un tiempo verlas, es uno de mis pasatiempos favoritos
ResponderEliminarLas fotos siempre han sido algo muy especial para mi, y cada vez que quiero relajarme y sonreír recordando viejos tiempos, las veo.
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