Siempre se ha dicho que “el que calla, otorga”. Esto
se puede aplicar perfectamente a ese silencio terrible, de quien no se
pronuncia cuando es urgente (y no sólo necesario) hacer oír la voz de la razón,
de la verdad.
Hoy en día son muchas las voces que promueven el
desorden, la inmoralidad, el hedonismo, en fin, el mal y el pecado. Son voces
muchas veces seductoras, maquilladas de ciencia cuando en realidad lo que
promueven son ideologías malignas, que ocultan oscuros interéses. No olvidemos
que siempre hay quien “pesca a río revuelto”.
Y frente a toda esa ralea de voces de los hijos de
las tinieblas, muchas veces se enfrenta sólo un mudo silencio. Hay quien dice
que es inútil discutir con quienes no quieren entender. Otros que es mejor no
gastar “pólvora en gallinazo”, ni “tirar perlas a los cerdos”, pero el problema
es que gallinazos y cerdos se han apoderado de la opinión pública y cautivado a
muchos sencillos, ingenuos que, por falta de formación, caen rendidos ante los
encantos de la verborrea destructiva, casi como el adicto sucumbe ante la
droga.
No podemos quedarnos callados frente a semejante
situación, hacerlo sería convertirnos en cómplices de quienes sólo buscan sacar
provecho de la gente. Todo cristiano debe aportar su contingente en la
construcción de un mundo mejor y del mal moral nunca se pueden esperar buenos
frutos. Va siendo hora (gracias a Dios cada vez son más los que alzan la voz)
de que nos hagamos escuchar, porque Dios es Todopoderoso, pero espera nuestra
colaboración en la redención del mundo. No nos hagamos ni los sordos, ni los
mudos.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos... ustedes