"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

viernes, 21 de noviembre de 2014

AMANDO DE APURO



Ayer leía el pasaje del Evangelio donde Jesús llama a sus primeros discípulos. A orillas del mar encontró a Pedro y Andrés, para luego encontrarse con Santiago y Juan. A éstos dos pares de hermanos los llamó y los cuatro lo siguieron enseguida, de inmediato, y se fueron con Él dejando todo atrás.

De seguro Jesús puede cautivar a cualquiera y hoy, como en aquel entonces, sigue llamando a hombres y mujeres de todas las edades y condiciones a seguirlo, pero no todos lo hacemos de inmediato. Lo puedo afirmar empezando por mí mismo y continuando con todas las experiencias que he podido conocer a lo largo de los años.

Se nos hace muy difícil (y cada vez más) desprendernos de “lo nuestro” para aceptar lo que Él nos tiene deparado. Parecemos como niños que se aferran a su juguete favorito, decididos a no soltarlo aunque lo que nos ofrezcan sea mucho mejor. Lo más riesgoso es que esa resistencia cause una demora y la demora termine haciendo que perdamos un tiempo valioso, irrecuperable.

La clave está en amar con sinceridad. Quien ama tendrá dos cosas imprescindibles: confianza y premura. Si amamos a Jesús y sabemos que nos ama, tendremos la confianza de abandonarnos en sus manos, de permitirle a Él dirigir nuestra vida, nuestro destino. Sólo quien ama se apresura a servir al Amado, está atento a lo que sea que pida o requiera para inmediatamente responder, sin demora.

Sin duda los cuatro primeros Apóstoles amaron totalmente a Cristo, por eso fueron capaces de seguirle de inmediato, sin titubeos, condiciones o negociaciones. Se desprendieron de lo suyo para poder darse por completo y recibir al Absoluto, al infinito. Ojalá cada vez sean más los que puedan hacer lo mismo.

Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes