"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

martes, 29 de noviembre de 2011

Sin Pelos en la Lengua - ¡Nunca cambies!

Es una costumbre muy común, sobre todo entre los jóvenes poner dedicatorias con frases que se repiten. Creo que no exagero al decir que una de las más usadas es “Nunca cambies”. La idea es positiva, puesto que quiere expresar que la persona en cuestión tiene muchas cosas buenas que no debe perder. Sin embargo y sin ánimo de crear polémica me veo en la necesidad de aclarar que eso no es posible.

Es simplemente irreal pensar que alguien no puede cambiar. Cada día que vivimos es irrepetible y es imposible pensar en retroceder el tiempo. Si pensamos en el tema físico, por ejemplo, vemos que unos crecen, otros engordan, otros envejecen, etc. Cambiamos de forma rápida y si les parece exagerado dediquen un tiempo a mirar fotos.

Pero no es ese el cambio más importante, no nos podemos quedar en la superficie. Nuestras ideas, metas y proyectos también cambian. Algo que hace un año nos parecía esencial, hoy nos puede interesar muy poco. Una decisión que tomamos hace un mes, convencidos de que era la mejor opción, ahora la vemos como un mal paso. Cambiamos constantemente de perspectiva, de opinión e incluso de sentimientos.

El problema no es que podamos cambiar, sino que cambiemos para peor. Gracias a Dios que nos ha hecho libres y que haciendo buen uso de esa libertad podemos perfeccionarnos, podemos mejorar.

Hemos comenzado el Adviento y la Iglesia que es madre y maestra nos recuerda que debemos estar preparados para cuando Cristo vuelva. Seguro que hay mucho en nosotros que podemos cambiar y así estar mejor dispuestos para su retorno. Y cambiar no significa que todo lo que hay en nosotros está mal, al contrario. Pero aún aquello que está bien puede crecer, puede afianzarse más. Lógicamente hemos también de corregir lo malo, nuestras debilidades y defectos. En fin cambiar para mejor.

No pretendo con lo dicho cambiar la costumbre de las dedicatorias juveniles, sólo aprovecharlas como oportunidad para recordar que el cambio es parte cotidiana de nuestras vidas. Dios nos invita a cambiar y nos da su gracia para que podamos hacerlo para mejor. Poco a poco ese cambio nos tendría que llevar a la santidad y luego al Paraíso.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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domingo, 27 de noviembre de 2011

Reflexionando el Evangelio: Un paso a la vez - Primer Domingo de Adviento

Queridos Hermanos:

Todavía recuerdo la impresión que me causó el libro “Anatomía y fisiología” de un tal Tórtora, la primera vez que lo tuve en mis manos. Creo que pesaba como dos kilos y para cualquier muchacho de quince años era prácticamente imposible estudiarse semejante bloque. Poco después conocí a la Dra. Aguilar, quien sería la profesora que con un método simple lograría que lo, no solo lo leyéramos sino que lo estudiáramos a conciencia. Recuerdo que la única indicación de la primera clase fue que cada día apenas iniciar la hora de clases tomaría lección de lo dicho el día anterior. Y lo cumplió religiosamente. Apenas llegaba llamaba a uno de la lista que a continuación se debía poner de pie y dar lección oral. El “manual” de Tórtora se convirtió en nuestro compañero de todos los días y aún hoy lo conservo como prueba de la lección aprendida.

Y es que la Dra. Aguilar me enseñó dos lecciones esenciales. La primera es que aún las cosas que parecen imposibles de lograr son alcanzables si das un paso a las ves. Aquel libro que parecía infinito lo pudimos estudiar de a poco. La segunda lección es consecuencia de la primera: quien cumple a diario con su deber, siempre estará preparado, ocupado y bien dispuesto.

Hoy Jesús en el Evangelio nos recuerda que tenemos un deber que cumplir. No se trata sólo de no cometer pecados o de hacer muchas obras buenas. Lo que quiere es que seamos santos. A simple vista nos parecerá imposible de lograr y sin embargo muchos lo han logrado, un paso a la vez. Dios no nos pide nada imposible, sólo que no desperdiciemos ni un solo día, que cada jornada demos un paso adelante. Sea cuando sea que nos llegue la muerte y con ella el juicio, nos encontraremos empeñados en alcanzar la meta. Aunque aún no hayamos llegado a ella, lo que el Señor espera es encontrarnos trabajando, procurando alcanzarla. Él nos ama tal como somos, pero espera que demos lo mejor de nosotros mismos y que nuestros talentos se multipliquen.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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jueves, 24 de noviembre de 2011

De la tierra al Cielo LIX - El abrazo "irrepetible"

Nuestro profesor de liturgia y además rector del seminario, padre Juan Bravo, nos enseñó a celebrar la Misa. Recuerdo que nos insistía mucho sobre la importancia de cuidar hasta los más pequeños detalles, pero sobre todo nos pedía que celebráramos con devoción. Nos repetía aquella frase que cada sacerdote debe recordar: “Haz de celebrar ésta Misa como si fuera la primera, como si fuera la única, como si fuera la última”. El padre Juanito nos dejó hace algunos años, pero estoy seguro que su última Misa la habrá celebrado con la misma o más devoción que con la que celebró la primera. Dios lo tenga en su gloria.

Hoy quisiera que pensemos en un tipo de abrazo muy especial. Lo llamo el abrazo “irrepetible”. Como su nombre lo indica, no se puede repetir, se da una sola vez. Todo abrazo entra en éste tipo: el de acogida, de arrullo, paracaídas, festivo, etc. La diferencia es que será la última vez que abracemos a esa persona.

La muerte es parte de la vida y nadie sabe cuando llega. Cualquier abrazo que demos podría ser el último que compartamos con ese amigo o familiar. No sabemos si lo volveremos a ver y por lo tanto es una oportunidad que hemos de valorar al máximo. Cada abrazo podría convertirse así en un momento irrepetible, al menos con esa persona.

Hoy parafraseando la oración del primer párrafo tendríamos que decir: “Haz de dar éste abrazo como si fuera el primero, como si fuera el único, como si fuera el último”. Es cierto que la muerte nos entristece, pero es también cierto que como cristianos vivimos en la esperanza de la resurrección. Aquel día reencontraremos a todos nuestros seres queridos y podremos repetir todos nuestros abrazos, pero hasta entonces debemos valorar cada abrazo que compartimos y abrazar bien. Yo espero poder volver a abrazar al padre Juanito.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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miércoles, 23 de noviembre de 2011

¡¡¡ A los tiempos !!! - Nonagésimo Octavo Informe Cesarial

Mis muy extrañados ALA:

No estaba muerto andaba de parranda… ya algunos habían manifestado su preocupación por la ausencia prolongada de los informes cesariales, pero no hay motivos para preocuparse. Es sólo que, luego de dos años, no hay muchas cosas nuevas que contar. Para no dejar de escribir y compartir los avatares en Roma, elcuradetodos presentará de ahora en adelante un informe mensual, en lugar de uno semanal. Espero no aburrirlos mucho y poder así tenerlos informados en éste mi último período lejos de la patria. Sin más ni más, les comparto las noticias.

Mis más largas vacaciones
Creo que nunca en mi vida había tenido un período vacacional tan largo. Desde el 7 de junio hasta el 13 de octubre, es decir más de 4 meses de descanso. Si no me equivoco les conté sobre mi visita a las tierras de Don Manuel González, en agosto. Los primeros días de septiembre pude visitar a mis grandes amigos Carlos y Gigi, que viven en Bélgica. Fueron días para compartir con sus hijos Valeria (a quien bauticé hace diez años en Ibarra) y Andrés, con quien podía jugar a diario y la abuela, Doña Michelita. Fue también un tiempo para descubrir algunas cosas un poco tristes, como la que les conté de los tachos de basura frente a la entrada principal de una Iglesia en pleno centro de Bruselas. Lo más sabroso sin lugar a dudas fue el delicioso chocolate belga, del cual pude comer a diario (algún kilito lo testimonió).

Una vez de regreso fui a visitar a mis queridos primos a Romeno, provincia de Trento. Días de descanso, compartiendo con ésta parte nueva de mi familia. Además en plena cosecha de manzanas, en la que pude colaborar. No podía tampoco faltar al ordeño y la alimentación de los terneros. Como siempre las horas se pasaron volando. En un abrir y cerrar de ojos era tiempo de regresar a Roma y tomar el avión para viajar a Ecuador.

Y como se podrán imaginar, en Ecuador el tiempo se me fue volando, pero muy bien aprovechado. Pude oficiar dos matrimonios y tres bautizos. Primero en Milagro unieron sus vidas Javier y Eva, grandes amigos que quiero como a hijos. Luego Silvia mi secretaria y amiga, mi mano derecha desde hace nueve años, también encontró su alma gemela, Don Mili. Miguelito Mendoza, María Judit Collantes (ahijada) y Milena Zambrano, recibieron las aguas del bautismo, con la alegría de sus padres, todos grandes amigos míos. Muchas vueltas, muchas visitas y el deseo imposible de contentar a todos. Pero el tiempo es veloz, llegó el día de volver a Roma y reiniciar las clases.

Ultimo curso
Finalmente hemos iniciado el último año de ésta licenciatura en comunicación institucional. Mis compañeros y yo estamos contentos aunque también un poco tensos puesto que tendremos que presentar y defender nuestra tesis. Somos un poco menos ya que algunos que tenían estudios en periodismo pudieron terminar en dos años y ya no nos acompañan. En ésta ocasión no me eligieron delegado de nuestro grupo sino vice delegado. La sorpresa fue a nivel de facultad donde decidieron que fuese el delegado de la misma. Al final se sirve desde cualquier lugar, basta meterle ganas. Tenemos menos materias y también menos cantidad de deberes, pero las materias y los deberes que tenemos son más complicados. Al final seguimos siempre a carreras, aunque ya casi acostumbrados.

Comunicación preventiva de Crisis
Dicen que es la cereza en la cumbre del pastel. La materia se titula “Comunicaciòn preventiva de crisis” y es presentada como la más importante pues nos obliga a poner en práctica todo lo que hemos aprendido. La verdad es que nos pone en crisis con cada caso que nos toca resolver, pero ahí vamos. Otro tarea ha sido la de administrar un blog y aunque estaba convencido que alguno de los cinco que tengo me habría servido, resulta que me tocó hacer un nuevo. Aprovecho la ocasión para recordarles los nombres de los mismos, así los visitan también: “Misioneros Eucarísticos Diocesanos”, “Ser Catequista Hoy”, “Jarcias Mar Adentro”, “Vangelo per tutti” (en italiano) y el nuevo “Medio con fin”. Basta dar un clic sobre el nombre de cada blog para poder visitarlo. Sus comentarios serán siempre bienvenidos y les aseguro que me ayudan mucho.

Llegó el fin del presente informe, pero manténganse atentos porque “Reflexionando el Evangelio”, “De la tierra al Cielo” y “Sin Pelos en la Lengua” se siguen agregando a éste blog periódicamente, basta que den un clic sobre la palabra y listo. Espero poder seguir contando con vuestra amistad y apoyo. Los abrazo a todos desde Roma.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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martes, 22 de noviembre de 2011

De la tierra al Cielo LVIII - "Cosa rota" o "Vaso Nuevo"

Hace unos días me puse a conversar con una amiga sobre el perdón. Me dijo algo que me ha quedado grabado en la mente, una imagen bastante gráfica. Decía que para ella perdonar es algo muy importante pero al mismo tiempo muy difícil, porque la persona que te ha hecho daño se convierte en una "cosa rota". Puedes pegar sus partes y volverlas a unir, pero será siempre una cosa rota, no volverá nunca a ser como era antes de romperse.

Una "cosa rota" ... es eso en lo que me convierto cuando lastimo, cuando hago sufrir, cuando ofendo. Es duro pensar que para esa persona a la que hemos tratado mal, muchas veces sin querer, otras cegados por la ira o la pasión del momento, nunca más volveremos a ser los mismos. Es probable que tengamos una nueva oportunidad y en los mejores casos hasta más de una, pero aún pegando todas las partes, jamás volveremos a ser como antes.

La verdad es que me he quedado meditándolo mucho y se me han pasado muchas ideas por la cabeza. Y justo hoy recordé una canción que me animó. Se llama "Vaso Nuevo". Y es que Jesús hace nuevas todas las cosas, sólo Él con su perdón y misericordia puede volvernos a hacer. No nos deja hecho pedazos, ni tampoco los une con un poco de pegamento. Con su gracia nos hace nuevos, como eramos al principio.

Ese es el milagro del perdón cristiano. Puede ser que para esa persona en particular no volvamos nunca a ser como antes y aún así debemos esforzarnos para volver a merecer su confianza. Pero nuestra esperanza está en alguien mucho más grande, en quien nos ha salvado y nos enseña a perdonar. Cuando todos hayamos aprendido de Él seguro no habrán más "cosas rotas", pues todos seremos "vasos nuevos".
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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La Iglesia en Africa ... sirve !!!

lunes, 21 de noviembre de 2011

Para pensar ... y reaccionar

EN VIDA HERMANO, EN VIDA.

Si quieres hacer feliz
A alguien que quieras mucho...
Dicelo Hoy, se muy bueno
En Vida, Hermano, en Vida...

No esperes a que se mueran
¿ si deseas dar una flor ?
Mandalas hoy con amor
En Vida, Hermano, en Vida...

Si deseas decir “Te quiero”
A la gente de tu casa
Al amigo cerca o lejos
En vida, hermano, en Vida...

No esperes a que se muera
La gente para quererla
Y hacerle sentir tu afecto
En Vida, Hermano, en Vida...

Tú serás muy venturoso
Si aprendes a hacer felices,
A todos los que conozcas.
En Vida, Hermano, en Vida...

Nunca visites panteones
Ni llenes tumbas de flores
Llena de amor corazones
En Vida, Hermano en Vida.

Anamaria Rabatte

Reflexionando el Evangelio: Olvidarse de sí mismo - Solemnidad de Cristo Rey del Universo

Queridos Hermanos:

Creo que es difícil imaginar un personaje más egolátrico que un mal rey. Un tirano ve en sus súbditos simples siervos de los cuales servirse, esclavos sin derechos y cuya principal obligación es venerar a su soberano. Obviamente no todos los reyes son así, la historia testimonia el buen gobierno de muchos reyes, algunos de ellos incluso santos. Y es que todo rey tiene una elección que hacer, la misma que lo definirá: o servir o ser servido.

Quien quiere reinar, en el auténtico sentido de la palabra, debe olvidarse de sí mismo, renunciando a la búsqueda de sus propios intereses para luchar por el bien común. Cristo hizo aún mucho más que eso. Él renunció incluso a su propia vida por el bien de su pueblo. El fundamento de su reino es el amor traducido en servicio.

Y es ese mismo Rey el que espera ser imitado, porque todo su sacrificio podría quedar estéril sin nuestra colaboración. Es por eso que en el pasaje del Evangelio insiste en el valor de las obras de misericordia, en el servir al más pequeño, al que más sufre. La indiferencia que nos lleva a la omisión es siempre consecuencia del desamor. Pasar delante de quien está en necesidad sin reaccionar es traicionar a quien reconocemos como Rey y Pastor. Él no pasa necesidades, pero se preocupa por aquellos hijos suyos que las sufren y espera que seamos capaces de reconocerlo y servirlo en ellos. Nos debería bastar su ejemplo.

Es natural amar a quien nos hace el bien, a quien nos sirve. Es natural amar a Cristo que nos ha hecho el mayor de los bienes al redimirnos. Es lógico que Él espere que ese amor lo transformemos en servicio a quien más lo necesita pues ahí está Él. Que nos amemos unos a otros como Él nos amó y nos sigue amando. Quien no sea capaz de ello, el día del juicio será rechazado de la misma manera en que rechazó a quienes esperaban su ayuda.

Nuestro Rey nos invita a imitarlo, olvidándonos de nosotros mismos, sirviendo con generosidad a quienes nos rodean. Sólo así podremos estar seguros de que hacemos la voluntad de nuestro Señor. Amarlo como Él nos ama, servirlo como Él nos sirve. Porque amor con amor se paga.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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jueves, 17 de noviembre de 2011

De la tierra al Cielo LVII - El Abrazo "festivo"

El ser humano es la única creatura que puede reír. Podríamos decir, como consecuencia, que poseemos una manera original de manifestar nuestra alegría. Hoy quisiera que recordemos otra, que aunque no la practicamos sólo nosotros (algunos animales pueden abrazar), también es una patente manifestación de nuestra alegría. En ésta ocasión hablaremos del abrazo “festivo”.

La primera característica de de éste tipo de abrazo es que quizás el más espontáneo de todos. No hay tiempo ni para pensar, simplemente sientes una fuerza interior que te empuja a abrazar a quien está más cerca. Tampoco hay tiempo para calcular o buscar ubicación, uno abraza como pueda. De frente, de costado, por detrás, con saltos, con palmadas, con besos y seguro muchos risas. Es caóticamente explosivo. Además, por lo general, incluye más de dos personas. 

Con respecto a su duración habría que decir que nos es breve, pero tampoco excesivamente largo. Eso sí no es nada sereno, más bien todo lo contrario. No tiene como objetivo tranquilizar sino más bien compartir la alegría e incluso contagiarla a quien es testigo de la “fiesta”. Y como dicen que una alegría compartida es doble alegría, seguro que éste tipo de abrazo hace de perfecto conductor de toda esa energía positiva.

Abrazos festivos se pueden observar en momentos de grandes logros. Después de hacer un gol, al final de la ceremonia de graduación, al llegar a la cúspide de una montaña, etc. Cuando es grupal tiene la capacidad de reforzar el vínculo comunitario y al mismo tiempo deja el mensaje de que el logro conseguido ha sido fruto del esfuerzo común o al menos compartido.

Ojalá tengamos muchas oportunidades para compartir abrazos “festivos”, ojalá nuestra vida esté llena de logros que celebrar. Yo estoy seguro que cuando nos reencontremos el día de la Resurrección, éste será el tipo de abrazo que nos daremos. Un gran abrazo “festivo”, todos unidos y felices de haber llegado a la Meta. Y estarán también en ese abrazo las tres personas de la Santísima Trinidad.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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martes, 15 de noviembre de 2011

De la tierra al Cielo LVI - Cortarse las alas

A todos nos maravilla ver cómo vuelan las aves. Quizás sea algo como envidia, porque a muchos o a todos nos gustaría tener la capacidad de remontarnos por los aires. Sólo cuando soñamos o cuando dejamos andar nuestra fantasía, nos vemos crecer las que nos podrían llevar al Cielo.

Y es precisamente por eso que cuando desanimamos a alguien o le matamos la ilusión se utilice la expresión “cortar las alas”. Muchos autodenominados realistas, que en realidad son pesimistas, se especializan en la tarea de cortar las alas a quien más puedan. Es triste que suceda, pero creo que la mayoría lo hace con la mejor buena voluntad, pensando que hacen un bien al “bajar de la nube” a quien ellos consideran un iluso.

Pero el mayor de los problemas no es la existencia de éstos cortadores de alas, sino que uno se las corte a sí mismo. Eso si que no tiene remedio. Casi siempre esto responde a algún o algunos fracasos previos o a la pérdida de la esperanza, de manera que se renuncia a la idea de volar. Cierto que aún las aves más grandes, como el águila, tienen que aprender a volar. No es cosa de un solo intento. Seguro que habrá más de una caída, pero así es como se aprende.

Lo que cuenta es querer volar, querer superar nuestros propios límites, querer transformar nuestra realidad, construir el Reino de los Cielos ahora. Todo es posible con la ayuda de Dios. El es quien nos da las alas, me atrevería a decir que El es nuestras alas. Si excluyes a Jesús de tu vida, es lo mismo que cortarte las alas, quizás puedas soñar, pero volar no. Sólo si Dios es parte de tu vida tus sueños o mejor aún, tus ideales se harán realidad. Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios y para los hombres que se dejan inundar por Dios.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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lunes, 14 de noviembre de 2011

Sin Pelos en la Lengua - Los nuevos "Voldemort"

Quien ha visto la saga de “Harry Potter” seguro tiene presente al enemigo del joven mago. El personaje maligno, que asesinò a los padre del muchacho cuando era un bebé, pero que no fue capaz de terminar con la vida del niño, se llama “Voldemort”. No sòlo era malo y feo, sino ademàs temido por todos en aquellas tierras mágicas. Tan grande era el terror que se habìa prohibido pronunciar su nombre. Y es de esa prohibiciòn que quisiera hablarles.

Nunca (que yo recuerde) explicaron el por què de la prohibiciòn, simplemente no se podìa nombrarlo bajo ningùn contexto. Era una ley del país de los magos, aùn cuando el tipo estaba recluìdo en la cárcel, aún cuando se pensaba que estaba muerto, no se debìa pronunciar su nombre. A mi juicio una ley un poco absurda, pero de leyes absurdas tenemos bastantes en la vida real.

Y es que también en nuestro mundo, donde la magia se queda sòlo para las pelìculas y los enamorados, existen “Voldemorts” que no quieren ser nombrados. Al parecer es cuestiòn de mantener niveles de popularidad, porque la prohibiciòn no se aplica si es para alabarlos o echarles flores, sino cuando de criticarlos se trata. Y es que como no nos pueden prohibir ver la realidad, nos quieren tapar la boca. Son los mismos que hablan siempre de libertad y de educaciòn, cuando en realidad nos quieren mantener a nivel de borregos, aceptando como verdad absoluta lo que ellos dicen y aplaudiendo cada decisiòn que toman, sea correcta o errónea.

Lo bueno de las pelìculas es que nos recuerdan que el bien siempre vence al mal. No hay mal o malo que duren cien años, asì que la esperanza no nos la pueden quitar. Como dicen en el campo “A todo chancho gordo le llega su domingo”. Por mucho que nos tapen la boca no nos pueden cerrar los ojos o reprimir los pensamientos. Si no lo logrò “Voldemort” no lo lograrà ninguno, por mucho que su “varita màgica” acapare todos los “poderes”.

No nos preocupa que existan “innombrables”, pero si que se siga minando las bases de la democracia. Esperemos que pronto “Harry Potter” y sus amigos hagan su apariciòn en escena y podamos otra vez vivir en una sociedad autènticamente libre y cristiana.

Porque el mal puede vencer alguna batalla, pero jamàs ganarà la guerra.

P. César Piechestein
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domingo, 13 de noviembre de 2011

Reflexionando el Evangelio: Creativos y emprendedores por Amor - Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario

Queridos Hermanos:

A alguno le podría parecer que el Evangelio de hoy mete un poco de miedo. Que si fracasamos en la administración que el Señor nos ha encargado, terminaremos en el infierno. Los invito más bien a hacer una lectura desde un perspectiva más centrada en el Padre Misericordioso, que siempre da mucho más de lo que pide y a quien le basta con que lo amemos sinceramente, porque quien ama siempre da lo mejor de sí.

Dios conoce perfectamente de que barro estamos hechos porque Él mismo nos creó. Conoce nuestras debilidades y pecados, pero también conoce bien las virtudes, cualidades y talentos con que a cada uno nos ha adornado. Sabemos bien que no son para decoración sino para que podamos servirnos mutuamente y glorificarlo a Él. Sin embargo vemos en el Evangelio que esos talentos son distribuidos de acuerdo a la capacidad de cada quien, es decir que nunca se esperará de nosotros más de lo que podemos dar.

Lo que el patrón de la parábola reclama al siervo que había recibido un talento solamente, es el hecho de su pereza. Si quien recibió cinco trabajó para producir diez y el que recibió dos entregó cuatro, era lógico que quien recibió uno devolviera dos. No hubo fracaso porque ni siquiera lo intentó. Se conformó con enterrar el talento y sentarse a esperar que regresara su patrón.

Basta conocer un poco la vida de los santos para quedarse con la boca abierta. Parece mentira que hayan sido capaces de obras tan grandes, capaces de dar respuesta óptima a las necesidades de su tiempo. Y es que más que creativos y emprendedores, fueron instrumento eficaces del Espíritu Santo. Movido por un profundo amor a Dios se dejaron llevar por su inspiración y multiplicaron sus talentos.

Hoy Jesús nos llama una vez más a amar con todas nuestras fuerzas y capacidades. Ni la pereza, ni la mediocridad, ni el conformismo son parte de la vida del discípulo de Cristo. Hay tanto por construir, tantas necesidades a las que responder, tantos que aún no han conocido el amor de Dios y no podemos quedarnos indiferentes. Pongamos manos a la obra y procuremos consumir nuestros talentos.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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viernes, 11 de noviembre de 2011

De la tierra al Cielo LV - Nuestra Casa Madre

Hace muchos años, leyendo la vida de la beata Madre Teresa de Calcuta, me llamaba mucho la atenciòn el detalle de la “Casa Madre”. Este lugar es como el corazòn de cada familia religiosa, donde el fundador se dedicó a formar a sus primeros compañeros. 

Hace pocos meses tuve la oportunidad de visitar el monasterio de San Josè en Avila. A ese, el primer monasterio de las carmelitas descalzas, Santa Teresa de Jesùs le llamaba “mi palomarcito”. Fue ahì donde cuajò no sòlo la reforma de toda una congregaciòn, sino una renovaciòn espiritual que influyò a toda la Iglesia. Y aùn hoy sigue siendo un lugar lleno de espiritualidad y que representa el corazòn de una congregaciòn que hoy en dìa hunde sus raíces por todo el mundo, con cientos de monasterios.

Yo siendo sacerdote diocesano, se podrìa decir que no tengo una “casa madre”. Cierto es que cada sacerdote lleva en su corazòn el seminario en donde fue formado, pero no es una casa comùn. Y de alguna manera sentìa ese falta de un casa de todos, de un corazòn comùn a todos los sacerdotes seculares.

Y Dios me quiso traer a Roma. No creo que haya otro lugar en el mundo donde caminando 200 metros uno pueda encontrarse con ocho o diez sacerdotes y hasta una docena de monjitas. Donde cada templo te cuenta la historia no de uno sino de varios santos. Dos mil años de historia de la fe que desde aquì nutren a todo el pueblo de Dios. La casa que compartimos con el sucesor de Pedro, el “dulce Cristo en la tierra”.

Roma es nuestra “casa madre”. Cierto que no lo es sòlo de los sacerdotes y de las religiosas sino de todos los catòlicos. Es verdad que no todos podemos vivir aquì, pero es verdad que todos podemos estar en sintonìa, conectados al corazòn de nuestra Iglesia. Hoy gracias a la internet podemos, desde cualquier parte del mundo y en cualquier momento, conocer lo que sucede en la “Ciudad Eterna”. No por simple curiosidad sino porque queremos estar en comuniòn y oraciòn con el Papa y con la Iglesia.

Todo tenemos nuestra “Casa Madre”. Hoy los invito a sentirla asì y que Roma estè todos los dìas en nuestro corazòn. Hoy le doy gracias a Dios por haberme regalado la oportunidad de vivir en ella.
Hasta el Cielo.

P. Cèsar Piechestein
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domingo, 6 de noviembre de 2011

Reflexionando el Evangelio: El mínimo esfuerzo - XXXII Domingo del Tiempo Ordinario

Queridos Hermanos:

Mucho se habla sobre la “Ley del Mínimo esfuerzo”. Mientras más fácil y rápido sea, mejor. Mientras menos esfuerzo me cueste estoy más contento. Bien sabemos, sin embargo, que todo lo verdaderamente bueno de la vida se obtiene con sacrificio y poniendo lo mejor de nuestra parte. Y si hay algo que vale más que nada en la vida es precisamente lo que nos espera después de ella. Jesús en el Evangelio de hoy nos explica el Reino de los Cielos a través de la parábola de las diez vírgenes.

Todas esas muchachas habían sido invitadas a la boda y todos tenían la misma tarea: acompañar al esposo iluminando su camino con las lámparas encendidas. El problema de las necias no era tanto su necedad sino algo todavía más profundo. Era el típico cumplimiento, es decir, “cumplo y miento”. Es verdad que aparentemente eran iguales a las otras cinco, pero en realidad no les interesaba tanto la misión que se les había encomendado, sino la fiesta que vendría después. Al final se quedaron fuera, precisamente por no haber estado listas para cumplir lo que se les había encomendado.

A las vírgenes necias, como a los fariseos, les faltaba el amor sincero. No basta con cumplir externamente. Podemos dar toda la apariencia de buenos cristianos y en realidad no serlo, total es fácil engañar a los hombres. Eso sí, a Dios no hay quien lo engañe. Podemos llevar una vida cristiana superficial, light. Cumplir con el mínimo y conformarnos creyendo que ya es suficiente con eso. Pero el Señor nos llama a la santidad, a darlo todo por el todo. El Cielo no es cualquier cosa.

Dios nos ha dado una vida que debemos consumir, no en nosotros mismos, sino en la misión que Dios nos ha encomendado. Y al final de nuestra existencia, cuando llegue el día de la cosecha, Cristo nos dejará entrar al Cielo. Quien ama no se mezquina, no busca el atajo no va haciendo rebajas. Al contrario el amor nos impulsa a entregarnos cada día más, a cultivar iniciativas, a abrir nuevas sendas de santificación. Por eso los santos eran tan creativos, por eso hay tantos carismas en la Iglesia. El Espíritu les movía a diversas misiones, porque Dios no se queda quieto y nosotros somos sus instrumentos.

Vivamos cada día como las vírgenes prudentes, las que amaban de verdad. Busquemos el Reino de Dios y todo lo demás nos será dado por añadidura. Cuidado por ir detrás de las añadiduras nos quedamos sin participar del Paraíso.
Hasta el Cielo.

P. Cèsar Piechestein
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jueves, 3 de noviembre de 2011

De la tierra al Cielo LIV - El abrazo "Arrullo"

Volviendo al recuerdo de nuestra infancia, nos encontramos con un tipo de abrazo muy comùn en esa època de la vida. El tipo de abrazo que podemos llamar de “Arrullo” es aquel que comunmente se da a los niños para consolarlos o hacerlos dormir, como su nombre lo indica, los arrulla.

Cada tipo de abrazo se distingue no sólo por su forma sino también por el fin que persigue. Este abrazo se brinda con el objetivo de confortar o consolar, no sólo busca manifestar solidaridad sino lograr efectivamente que quien es abrazado reciba una dosis de afecto lo suficientemente grande como para levantarle el ánimo o por lo menos aminorar su sufrimiento.

Este es quizàs el abrazo que dura màs. Su duraciòn se explica a travès de su objetivo. Casi siempre terminarà de mutuo acuerdo una vez que la persona abrazada se sienta confortada y màs tranquila. Este abrazo se da sobre todo a quien llora o tiene algùn malestar fìsico. Con el abrazo se busca hacerle sentir la compania de quien le abraza, su cercanìa y afecto. Va acompañado comúnmente de múltiples palmaditas en la espalda o el hombro, que animan y arrullan. A veces tambièn se acaricia el cabello. La actitud de la persona que abraza es màs bien protectiva, podrìamos decir paternal.

Quien quiere dar un abrazo de “arrullo” debe de estar seguro de contar con el tiempo necesario, porque de lo contrario no se podrìa lograr el objetivo. Puede suceder incluso que quien es abrazado se quede dormido, lo que serà siempre una buena señal porque se habrà logrado calmarlo. Casi siempre se brinda èste tipo de abrazo cuando las personas estàn sentadas una al lado de la otra, aunque tambièn se puede dar de pie. Se asemeja al abrazo “refugio” puesto que quien es abrazado usualmente reclina su cabeza sobre el hombro de quien abraza. Es comùn observarlo en los velorios o salas de espera de los hospitales. 

Lo que cuenta, como siempre, es abrazar con recta intensión. Y que mejor intención que la de animar a quien se siente desfallecer o llora un gran dolor. Seguro que será un gran apostolado si junto al abrazo unimos la oración en común.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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