"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

miércoles, 25 de mayo de 2011

Dos nuevos diáconos ecuatorianos - Otantésimo Séptimo Informe Cesarial

Mis auténticos ALA:

El mes de María nos llena de alegría, pero también de tareas y de exámenes. El final del año lectivo se aproxima y la verdad es que uno cuenta con poco tiempo y las veces en quedan libres algunos minutos lo único que uno desea es descansar. Ni me quejo, ni me excuso, simplemente les comparto los avatares de un estudiante universitario de 35 años (plátano maduro no vuelve a verde).

Dos nuevos diáconos
El pasado 8 de mayo en la basílica de San Apolinar (junto a nuestra universidad) fueron ordenados siete nuevos diáconos. Me recordó la primera ordenación diaconal, aquella en la que fue ordenado San Esteban y cuando también se ordenaron siete. La alegría fue muy grande porque de esos siete, dos eran ecuatorianos. Nuestros amigos Danny Játiva de la diócesis de Ibarra y Edwin Patín de la arquidiócesis de Guayaquil, fueron los culpables de tan grande alegría.

Bien despierto
La ceremonia fue emocionante y lo puedo asegurar porque acostumbro quedarme dormido y ésta vez estuve bien despierto, desde el principio hasta el final. El coro cantó estupendamente haciendo que la liturgia fuera aún más sentida. Nuestros diáconos estaban muy emocionados y ni que decir de nosotros, los compatriotas. También nos acompañó la madre María del Carmen, superiora de las Misioneras Eucarísticas. En ella vimos representada la figura materna, puesto que nuestras mamitas están muy lejos. Al final de la Misa nos hicimos las consabidas fotos.

Yo nací en éste país
Después de la Misa la mesa, y es que habían preparado un sabroso almuerzo en el seminario. Nos despachamos todo sin demora, porque a continuación había programa y los ecuatorianos nos teníamos que hacer oír. Nos pegamos una cantada y la canción electa fue “Yo nací en éste país”. Digamos que nos salió elegante y así conservamos intacta el autoestima. Los aplausos nos “llovieron” y hasta dicen que el rector nos hizo barra. Yo ni cuenta me di. Espero que Juan Fernando y Pamela nos disculpen.

De la ceja al ojo
Diáconos, seminaristas y un servidor estamos ya con un pie en las vacaciones. Esta semana terminan las clases y la próxima iniciaremos los exámenes, así que desde ya nos encomendamos a vuestras oraciones. Pronto tendrán al Diac. Edwin de regreso en Guayaquil y seguramente le podrán sacar el jugo. Al resto aún nos queda un año más por recorrer.

Me despido compartiendo una noticia de última hora. Me acaban de llamar mis grandes amigos Pedro Miguel y Ginger para confirmarme que la nueva miembro de la familia Collantes-Villalá es una niña. Doy gracias a Dios por la amistad que compartimos y los encomiendo.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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martes, 24 de mayo de 2011

Reflexionando el Evangelio: Primero es Ser - V Domingo de Pascua

Queridos Hermanos:

Ya en la primera lectura se nos da una pista para poder entrar en el mensaje de éste domingo. Cuando los apóstoles ven que el trabajo los desborda y sabiendo que no podían descuidar ni la oración ni la predicación, deciden ordenar los siete primeros diáconos para que fuesen ellos los que se dedicaran a atender a los pobres. Las cualidades que debían tener los candidatos no eran ni la capacidad de servir, ni el altruismo, ni la solidaridad. Debían ser hombres llenos del Espíritu Santo. 

Esta cualidad nos ayuda a entender la afirmación que en el Evangelio hace Jesús, cuando dice que el que crea en Él hará obras aún mayores que las que hizo el Señor. La clave entonces está en el “ser” y no en el “hacer”, o más bien podríamos decir que el “hacer” debe ser consecuencia del “ser”.

Jesús es “el camino, la verdad y la vida” pero tantas veces nosotros nos creamos nuestro propio camino, nuestra verdad personal y nos damos a la buena vida. Cierto que casi nunca se lo hace con mala intención, pero eso no significa que el resultado sea el que Dios espera de nosotros.

Cuando Felipe le pide a Jesús que les muestre al Padre, la respuesta del Señor es contundente: “Quien me ha visto a mi, ha visto al Padre”. Sólo quien se deja llenar por Jesús, sólo quien lo conoce, será capaz de “hacer” el bien, de amar según el plan de Dios. Por eso los apóstoles escogieron a hombres llenos del Espíritu Santo para enviarlos a servir a los huérfanos y a las viudas. Sólo quien “es” discípulo de Cristo podrá representarlo.

Esta vez la Palabra nos llama a ser auténticamente cristianos, es decir imitadores de Cristo camino, verdad y vida. Para poder ser otro Cristo he de procurar unirme a Él. La comunión eucarística encarnada, la vida interior cultivada a través de los actos de piedad, la formación espiritual, nos ayudarán a crecer, a ser más como el Maestro. Entonces, fruto de ese crecimiento, nuestras obras serán las que Dios espera de nosotros.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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viernes, 20 de mayo de 2011

De la tierra al Cielo XXXV - Saber domesticar.

La amistad es un misterio y un don. Un don porque es Dios quien nos ha creado capaces de dar y recibir amor. Un misterio porque la amistad aunque es el eje de todas nuestras relaciones interpersonales, casi siempre nos supera. 

Hoy quisiera compartir con ustedes un pasaje del libro "El Principito" que me enseñó un aspecto esencial de la amistad. Sólo quien ha logrado entender lo esencial que es la amistad para vivir, sabrá apreciar y cultivar el amor por el amigo. La amistad es como el agua necesita fluir, necesita moverse y es el afecto manifestado en multitud de detalles, lo que la mantiene en movimiento. Quien ha encontrado un amigo ha encontrado un tesoro dice la Biblia, por lo tanto sabrá atesorarlo y no perderlo.

Veamos como el pequeño zorro enseña ésta invaluable lección al Principito:
 
" Entonces apareció el zorro:
—¡Buenos días! —dijo el zorro.
—¡Buenos días! —respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vio nada.
—Estoy aquí, bajo el manzano —dijo la voz.
—¿Quién eres tú? —preguntó el principito—. ¡Qué bonito eres!
—Soy un zorro —dijo el zorro.
—Ven a jugar conmigo —le propuso el principito—, ¡estoy tan triste!
—No puedo jugar contigo —dijo el zorro—, no estoy domesticado.
—¡Ah, perdón! —dijo el principito.
Pero después de una breve reflexión, añadió:
—¿Qué significa "domesticar"?
—Tú no eres de aquí —dijo el zorro— ¿qué buscas?
—Busco a los hombres —le respondió el principito—. ¿Qué significa "domesticar"?
—Los hombres —dijo el zorro— tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían
gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?
—No —dijo el principito—. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? —volvió a preguntar el
principito.
—Es una cosa ya olvidada —dijo el zorro—, significa "crear vínculos... "
—¿Crear vínculos?
—Efectivamente, verás —dijo el zorro—. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito
igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no
soy para ti nada más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces
tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el
mundo...
—Comienzo a comprender —dijo el principito—. Hay una flor... creo que ella me ha
domesticado...
—Es posible —concedió el zorro—, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.
—¡Oh, no es en la Tierra! —exclamó el principito.
El zorro pareció intrigado:
—¿En otro planeta?
—Sí.
—¿Hay cazadores en ese planeta?
—No.
—¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
—No.
—Nada es perfecto —suspiró el zorro.
Y después volviendo a su idea:
—Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se
parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi
vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos
me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y
además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí
algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos
dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un
recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.
El zorro se calló y miró un buen rato al principito:
—Por favor... domestícame —le dijo.
—Bien quisiera —le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y
conocer muchas cosas.
—Sólo se conocen bien las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen
tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan
amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
—¿Qué debo hacer? —preguntó el principito.
—Debes tener mucha paciencia —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un poco lejos de
mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de
malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
El principito volvió al día siguiente.
—Hubiera sido mejor —dijo el zorro— que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las
cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me
sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes
a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
—¿Qué es un rito? —inquirió el principito.
—Es también algo demasiado olvidado —dijo el zorro—. Es lo que hace que un día no se
parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los
jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que
puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo
no tendría vacaciones.
De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida:
—¡Ah! —dijo el zorro—, lloraré.
—Tuya es la culpa —le dijo el principito—, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te
domestique...
—Ciertamente —dijo el zorro.
—¡Y vas a llorar!, —dijo él principito.
—¡Seguro!
—No ganas nada.
—Gano —dijo el zorro— he ganado a causa del color del trigo.


—Adiós —le dijo.
—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : sólo con el corazón
se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
—Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse.
—Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
—Es el tiempo que yo he perdido con ella... —repitió el principito para recordarlo.
—Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—, pero tú no debes olvidarla. Eres
responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
—Yo soy responsable de mi rosa... —repitió el principito a fin de recordarlo."
( Antoine de Saint-Exupéry)

Que hermosa y original forma de describir la amistad: ser domesticado por otro. Ojalá ésta reflexión nos ayuda a dedicar más tiempo a domesticar a nuestros amigos:  cónyuge, padres, hermanos, hijos, compañeros y sobre todo a dejarnos domesticar por el mejor de los amigos, Jesús.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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lunes, 16 de mayo de 2011

Reflexionando el Evangelio: Jesús Pastor y Puerta - Domingo del Buen Pastor

Queridos Hermanos:

Celebrar el domingo del Buen Pastor nos invita a reflexionar sobre nuestra relaciòn con Jesùs, el Pastor que ha sacrificado su vida por nosotros . Hemos rezado juntos el salmo 23 y repetido varias veces la antífona: “El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar”. Creo que èste es uno de los salmos màs conocidos, aunque no siempre sea bien entendido.

Jesùs después de afirmar que El es el Buen Pastor que conoce sus ovejas y las llama por sus nombres. Ellas reconocen su voz y lo siguen. Sin embargo Jesùs se da cuenta de que los apòstoles no lo habìan comprendido del todo. Y es entonces se explica aùn màs claramente y afirma “Yo soy la puerta ; si uno entra por mi, se salvará.” 

Muchos se quedan con la idea del Pastor que nos lleva a verdes pastos y hacia fuentes tranquilas, pensando en un Jesùs que se ocupa de satisfacer nuestras necesidades màs inmediatas. Salud, trabajo, bienestar familiar, etc, dejando olvidado casi por completo la dimensiòn espiritual de la redenciòn.

La Cruz de Cristo nos ha dado la posibilidad de entrar en el Cielo. Es a esas praderas celestiales que Jesùs nos quiere conducir. Cierto que non nos dejarà abandonados en esta vida, pero no podemos caer en la tentaciòn de vivir sòlo pensando en este mundo, cuando sabemos muy bien que es pasajero, que la vida eterna viene después de èsta.

El pasaje concluye con una de las afirmaciones que màs me gusta recordar “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10,10). Nuestro Buen Pastor sabe que la raíz de todos nuestros males es el pecado y es por eso que ha vencido el pecado y la muerte muriendo en la Cruz. A nosotros nos toca valorar ese sacrificio y recordar que nuestra meta no està en èste mundo sino en el Cielo.

La oveja que se deja guiar, la que obedece al Pastor podrà recostarse en verdes praderas y beber de las fuentes tranquilas. Como miembros del rebaño de Cristo que es la Iglesia hemos de cultivar esas virtudes, comenzando por la humildad. Recordemos que nuestro Pastor se hizo uno de nosotros y conoce bien nuestras debilidades y necesidades. Es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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viernes, 13 de mayo de 2011

Beato Juan Pablo II te quiere todo el mundo!! - Otantésimo Sexto Informe Cesarial

Mis democráticos ALA:

No es la primera vez (y seguro tampoco la última) en que me atraso en publicar el informe, sabrán disculpar. Hemos vivido en Roma unos días extraordinarios tanto antes como después de la beatificación del Papa Gigante, como lo ha reconocido el mismo Benedicto XVI. Un gigante que nos ha enseñado a amar y a no temer, a recuperar el orgullo de ser católicos. La experiencia fue tanto o más de lo que me esperaba, aunque quisiera poder contársela toda no encontraría palabras. Pero para no perder la buena costumbre de compartir, les escribo algunos momentos y sensaciones.

La Vigilia Satelital
Cuando el sábado por la tarde salí de mi casa pensé en encontrar por las calles una marea de gente. Sin embargo fue todo lo contrario. Cuando llegué a la estación del tren para recoger a Daniel, Emanuela y María Pía (mis compañeros en ésta aventura) me sorprendió que también allí hubiese poco movimiento. Al parecer la gente había pensado en prepararse con una buena siesta, así la vigilia y la ceremonia del domingo no los iba a dejar agotados. Cuando llegamos al Circo Máximo, lugar de la vigilia, pude concluir que era ahí donde estaba toooda la gente. Era impactante ver tantas velas encendidas y el ambiente entre festivo y de oración. Nos buscamos un puestito más o menos bien ubicado y nos pusimos a rezar el rosario vía satélite. Y es que era en conexión con los cinco continentes. El misterio que más me emocionó fue el que dirigió América, desde el santuario de Guadalupe. 

Un confesor "todo-terreno"
Es el título que se merece el sacerdote que estaba confesando cerca de nuestro puestito. Estaba ahí de pie, muy serio, con la estola morada y su mochila a la espalda. Pero lo que más llamaba la atención era un gran cartel que decía "Confesiones" en cuatro idiomas. La verdad es que no se dejó vencer ni por la muchedumbre, ni por la oscuridad de la noche.

No por mucho madrugar
Daniel dormido en Plaza San Pedro mientras esperábamos la Misa.
Nuestro plan era estar en la vigilia hasta las once de la noche, aunque terminaba a las doce. Según nosotros así nos adelantaríamos a todos y podríamos coger buenos puestos en la Plaza San Pedro. Cuando nos dimos cuenta ya se veía una fila bastante nutrida de peregrinos que habían tenido la misma idea. Parecían esas hileras que hacen las hormigas, porque cada uno iba cargado con su mochila, su sleeping bag y hasta carpas. Nos tocó solamente unirnos a aquella procesión y resignarnos a nos ser los primeros en llegar. La sorpresa fue grande cuando llegando a las inmediaciones del Vaticano nos impidieron entrar, obligándonos a acampar en las veredas vecinas al río Tiber. Extendimos nuestros sleepings y nos acomodamos lo mejor que pudimos, pero de dormir ni hablar. Estábamos rodeados sobre todo de polacos y para ellos el ambiente era de fiesta. Cantaban, charlaban, comían pero ni pensar en dormir. A la una y media se levantó el campamento porque llegó la voz de que nos iban a dejar pasar a la Vía de la Conciliación y después a la plaza.

Horas codo a codo
La organización había sido fríamente calculada, de manera que se evitase cualquier estampida humana. Eso sí, aunque nadie empujaba con violencia, todos nos apretujamos lo más que pudimos. Nadie se imaginó que eso posición se prolongaría por más de siete horas. Si señores, siete horas de pie, hombro a hombro, sin espacio ni para sentarse. Ustedes creen que la gente se enojó? nada que ver, todo mundo conversaba, cantaba y esperaba. Nos hicimos amigos de unas monjitas francesas, de lo más simpáticas. Poco a poco avanzaba la multitud, hasta que a las ocho de la mañana pudimos por fin entrar a la plaza.

Segundo campamento en la plaza
Allí buscamos nuestro espacio, aunque nos tuvimos que dividir en dos grupos, porque lugar para los cuatro juntos no hubo. La plaza parecía una playa de esas atestadas de gente. Cada quien tiraba su sleeping o extendía algún periódico y se estiraba a descansar. Nosotros nos acomodamos en unas sillitas plegables y mientras las chicas descansaban, nos despachamos dos buenos sánduches que venían siendo nuestro desayuno.
Beato Juan Pablo II te quiere todo el mundo!!!

Y llegó el momento esperado
A las 10 en punto inició la ceremonia. El servicio meteorológico había pronosticado lluvia, pero fue una mañana espléndida. La parte más emocionante inició con la declaración de Su Santidad Benedicto XVI en la que daba a Juan Pablo II el título de beato. Apenas terminó de decirla todos empezamos a aplaudir. Fue un aplauso que según los noticieros duró once minutos. Descubrieron el retrato del nuevo beato que habían colocado en la fachada de la basílica. Para mí fue aún más emocionante la procesión que hicieron dos religiosas con la reliquia de Juan Pablo II. Es una ampolla con su sangre. Es indescriptible la expresión del rostro de Benedicto cuando se la presentaron. Ya se imaginarán que un servidor lloraba como criatura.

Creo que ésta será una experiencia que no se borrará nunca de mi memoria. Seguro que ustedes la siguieron por televisión y habrán sentido muchas emociones juntas. Todos hemos dado gracias a Dios por habernos regalado tan grande Papa y ahora podemos también encomendarnos a su intercesión. Los abrazo desde la Ciudad Eterna.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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Cada vez más cerca y cada vez más participantes !!!

viernes, 6 de mayo de 2011

De la tierra al Cielo XXXXI - Siempre pa' lante

Cuando Jesús viendo la muchedumbre dice “¿Donde nos procuraremos panes para que coman éstos?” (Juan 6,5) fueron dos apóstoles los que dieron respuesta. Sin embargo una difiere completamente de la otra y es a partir de ellas que podemos hoy hacer una profunda reflexión.

El primero en responder es Felipe: “Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.” , es decir, no hay nada que se pueda hacer, no es posible dar solución al problema, no está en nuestras manos. San Felipe se cierra a cualquier opción, no deja ni siquiera un resquicio, una posibilidad a la acción de Dios.

La segunda respuesta es la de Andrés: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?”. San Andrés es proactivo, da su disponibilidad al Señor. Es poco lo que puede ofrecer pero la da y deja a Jesús hacer lo demás. Es optimista, pero no al extremo pues no se aparta de la realidad: sólo tenía cinco panes y dos pescados. Es consciente de que lo que tiene no alcanza, pero su pregunta muestra la expectativa, la esperanza que deja entrar en juego el poder de Dios.

Ayer por la noche mientras cenaba con dos amigos nos dedicamos a analizar la situación actual. Encontramos algunas situaciones problemáticas de nuestro Ecuador que ya pintan canas y no se ve solución posible para ellas. La verdad es que me entristeció un poco todo eso. Sin embargo hay al leer este pasaje del Evangelio me sentí cuestionado. 

Creo que es a San Andrés a quien debemos de imitar. Es cierto que las cosas no pintan bien en muchos aspectos, pero también es cierto que no podemos sentirnos derrotados sin haber gastado hasta el último segundo de nuestra vida. Dios nos pide mucho y a veces parecería que sus llamadas excedieran nuestras fuerzas, nuestras capacidades. Y es así. Pero en nuestra poquedad obra Dios y multiplica nuestros “panes” y nuestros “peces”, tanto como para alimentar una multitud y que sobren canastos llenos.

Esta mañana me siento mucho mejor. Los problemas del mundo siguen ahí pero yo he recordado que soy instrumento de Dios y que Él cuenta conmigo. Me encomiendo a San Andrés para que me ayude a tener la disponibilidad que él tuvo. Y los encomiendo también a ustedes.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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Para que sigan creciendo en su compromiso evangelizador.

jueves, 5 de mayo de 2011

De la tierra al Cielo XXXX- Hasta la belleza cansa

Una canciòn de esas viejas decìa que “hasta la belleza cansa” y siempre me hacìa pensar si era en verdad posible. Pasando los años creo que puedo concluir que no es la belleza en sì misma lo que nos llega a cansar, porque de hecho la belleza es algo siempre agradable, sino que el problema està en quien ya ha perdido la capacidad de apreciarla.

Algunas capacidades las poseemos por gracia de Dios, como la capacidad de amar. Otras, que tambièn son don de Dios, son màs bien físicas como la capacidad de ver o escuchar. Lo que muchas veces olvidamos es que asì como podemos perder la capacidad de ver (física) tambièn podemos perder la capacidad de amar (espiritual).

La capacidad de apreciar lo bello se puede perder. No es raro toparse con personas que no se maravillan por nada, son aburridos crònicos. Y no es que sean ciegos o vivan encerrados en su casa, es simplemente que se acostumbraron a la belleza.

Pongo un ejemplo contundente. No existe un milagro màs grande que la Eucaristìa. Para quien vive de la fe y sabe que es Dios quien està presente en ese pedacito de pan no existe nada màs grande. Pero aùn quien comulga a diario o hasta quien celebra la Santa Misa cotidianamente, si se descuida, puede perder la sensibilidad, puede terminar “robotizado”, incapaz de percibir la maravilla que tiene delante.

Nuestra relaciòn con Dios, asì como con nuestros amigos o familiares, pueden sufrir las consecuencias de esta pèrdida de la sensibilidad, de percibir lo bello, lo ordinaro o hasta captar lo bello de lo extraordinario. La soluciòn es bastante simple. Basta con darnos cuenta de que nos està sucediendo. Es como despertarse y abrir los ojos o detenerse un poco para saborear un caramelo.

Los invito a comenzar con lo màs importante: la Misa. Valoremos ese momento milagroso, cuando el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Seguro que ese despertar de nuestra alma reactivarà nuestra capacidad de apreciar lo bello, lo maravilloso que nos rodea.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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miércoles, 4 de mayo de 2011

A María con el Beato Juan Pablo II

Reflexionando el Evangelio: Apóstoles de la Reconciliación - Domingo de la Misericordia

Queridos Hermanos: 

Celebrar el domingo de la Misericordia es celebrar la misiòn de llevar el perdòn de Dios a todos. Si, aunque parezca un poco fuera de la doctrina, todos somos apòstoles del perdòn de Dios. Les explico porque.

El Señor comienza donando a sus apòstoles la paz. Esa paz que todos deseamos, que el mundo reclama y que es tarea de los cristianos el propagarla. Y cuando hablamos de la paz cristiana no nos referimos sòlo a la ausencia de guerra o a una vida tranquila. La paz imprescindible es la interior, la de nuestra conciencia, que està por encima del bienestar o de la ausencia de conflictos bèlicos o domèsticos.

La paz de nuestras conciencias sòlo la podemos recibir a travès del sacramento de la confesiòn, que es como recibimos el perdòn de Dios. Y hemos visto como en el Evangelio de este domingo Jesùs da a los apòstoles el poder de perdonar o retener los pecados. Es en aquel momento que instituye el sacramento de la reconciliaciòn. Pero no podemos pensar por ello que sòlo los apòstoles tienen la responsabilidad de propagar la paz en el mundo.

Todos somos portadores de la paz, todos somos apòstoles de la misericordia en la medida en que nuestra vocaciòn nos lo permite. Mientras los sacerdotes tenemos la facultad de confesar, los laicos tienen a diario la oportunidad de influir sobre los demàs, con el ejemplo y la palabra, acercàndolos al sacramento que les devolverà la gracia.

Ser devoto del Señor de la Misericordia implica ser apòstol del perdòn. Nuestra salvaciòn se basa en que podemos ser perdonados, en que nuestros pecados pueden ser borrados por la fuerza del sacrificio de la Cruz. Non podemos guardarlo sòlo para nosotros, serìa demasiado egoìsta. La misericordia de Dios es infinita y universal. Hoy Jesùs nos llama a colaborar en su difusión..
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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