"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

martes, 24 de mayo de 2011

Reflexionando el Evangelio: Primero es Ser - V Domingo de Pascua

Queridos Hermanos:

Ya en la primera lectura se nos da una pista para poder entrar en el mensaje de éste domingo. Cuando los apóstoles ven que el trabajo los desborda y sabiendo que no podían descuidar ni la oración ni la predicación, deciden ordenar los siete primeros diáconos para que fuesen ellos los que se dedicaran a atender a los pobres. Las cualidades que debían tener los candidatos no eran ni la capacidad de servir, ni el altruismo, ni la solidaridad. Debían ser hombres llenos del Espíritu Santo. 

Esta cualidad nos ayuda a entender la afirmación que en el Evangelio hace Jesús, cuando dice que el que crea en Él hará obras aún mayores que las que hizo el Señor. La clave entonces está en el “ser” y no en el “hacer”, o más bien podríamos decir que el “hacer” debe ser consecuencia del “ser”.

Jesús es “el camino, la verdad y la vida” pero tantas veces nosotros nos creamos nuestro propio camino, nuestra verdad personal y nos damos a la buena vida. Cierto que casi nunca se lo hace con mala intención, pero eso no significa que el resultado sea el que Dios espera de nosotros.

Cuando Felipe le pide a Jesús que les muestre al Padre, la respuesta del Señor es contundente: “Quien me ha visto a mi, ha visto al Padre”. Sólo quien se deja llenar por Jesús, sólo quien lo conoce, será capaz de “hacer” el bien, de amar según el plan de Dios. Por eso los apóstoles escogieron a hombres llenos del Espíritu Santo para enviarlos a servir a los huérfanos y a las viudas. Sólo quien “es” discípulo de Cristo podrá representarlo.

Esta vez la Palabra nos llama a ser auténticamente cristianos, es decir imitadores de Cristo camino, verdad y vida. Para poder ser otro Cristo he de procurar unirme a Él. La comunión eucarística encarnada, la vida interior cultivada a través de los actos de piedad, la formación espiritual, nos ayudarán a crecer, a ser más como el Maestro. Entonces, fruto de ese crecimiento, nuestras obras serán las que Dios espera de nosotros.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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