"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

viernes, 4 de julio de 2014

Sin Pelos en la Lengua - La deuda eterna


Tantos poetas han escrito sobre el amor materno y siempre se quedan cortos. El amor de la madre es el que más se asemeja al de Dios: es desinteresado y gratuito, incondicional y dispuesto a todo por la felicidad del hijo. Así nos ama mamá y así nos ama Dios. Nuestro amor de hijos es limitado, porque es una respuesta al amor que recibimos primero, es un amor de correspondencia, de gratitud.

Cuando me pongo a pensar en el amor de mi madre, me preocupa la gran deuda que he adquirido con esa mujer. Me parece que no me alcanzarán ni el tiempo, ni las fuerzas para poder pagarle, me siento en deuda y una deuda eterna.

Se imaginarán entonces como me siento cuando pienso en el Amor de Dios. Tantas maravillas que día a día recibo de su parte. Mi vida ha sido y es una lluvia constante de bendiciones, tantas que a veces me da miedo ni siquiera darme cuenta y que se escapen de mi capacidad de descubrirlas. Y créanme que me preocupa.

Me preocupa entender que jamás podré pagarle tanto amor. Como lo dice el salmo 116 “Cómo pagaré a Yahvé todo el bien que me ha hecho”, así me siento. No me angustia, pero me preocupa, no es una deuda que me aplasta, pero si me exige todos los días esforzarme para poder pagar aunque sea algo de tanto que me brinda. Y en mi oración le doy siempre gracias, pero también le pido que me aumente la capacidad de amarlo y de seguir pagando mi deuda.

Estoy seguro que ustedes también han percibido y descubierto cuánto los ama Dios, pero quisiera saber si también sienten la preocupación de pagar la deuda.

Hasta el Cielo.

P. César Piechestein

elcuradetodos…ustedes