"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

lunes, 18 de mayo de 2015

Crucecitas santificadoras - De la tierra al Cielo



¡Cuánto nos cuesta hablar de la Cruz y cuánto más de la nuestra! Y sin embargo en la Cruz y en las cruces está el amor, ese gran Amor con mayúscula que nos salvó y ese amor cotidiano, humano y pequeño, que nace en nosotros o al menos se espera que nazca.


Pero ¿de quién dependen esas cruces de cada día? Aquí la explicación de un santo obispo:

“Se puede decir que en cada hora de nuestro día y en cada ocupación de nuestra actividad ha puesto la providencia amorosa de Dios una crucecita santificadora. Desde la menuda violencia de dejar el lecho a hora fija hasta la última conversación u ocupación enojosa del día, pasando por las caras serias, agrias, indiferentes o burlonas de los que tenemos que tratar y por los asuntos más o menos fáciles en que tenemos que entender.”

La Providencia de Dios es la que nos brinda esas maravillosas crucecitas, que son en realidad oportunidades para expresar nuestro amor cotidiano. Unas más grandes que otras, algunas pesadas y otras bastante ligeras, pero siempre cruces. Si comprendemos su valorar, no sólo las aceptaremos, sino que las abrazaremos con fuerza y gozo, como lo hizo el Maestro.

“¿No es verdad que todo trae por fuera o por dentro su crucecita de pesadumbre, contrariedad o desagrado? Pues bien, recibir la merecida cruz de cada hora y obra y con la mejor cara que podamos es o ser santos o andar muy cerca de serlo...”(Beato Manuel González,Obras Completas 2771)

Y ya sabemos que ser santo equivale a ser auténticamente feliz. Por lo tanto, es absurdo pretender una felicidad sin cruces.

Dios los bendiga siempre.

P. César Piechestein
elcuradetodos…ustedes