"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

viernes, 30 de marzo de 2012

De la tierra al Cielo LXVIII - La primavera

El arribo de la primavera es un acontecimiento más que esperado. Después de un invierno que vistió de blanco casi toda Europa, es casi un milagro sentir otra vez el calor del sol. Es una explosión de vida vegetal, que se traduce en abundancia de flores y novedad de retoños en todas partes. Pero dentro de todo ese esplendor hay un misterio que también hay que tener en cuenta.

El pensamiento contemporáneo va detrás de algunos principios, que están bastante lejos de la realidad. Soñar en una existencia horizontal, sin altos y bajos, sin dificultades o fiestas, es una completa utopía. La vida no es algo estable, más bien todo lo contrario. Cierto es que preferimos los altos antes que los bajos, pero sin valles no habrían montañas.

La primavera llega solo después de que se va el invierno y se queda solo tres meses. Cuando llegue el momento partirá para dar paso al verano. Nuestra vida sube y baja, tienen días y también noches, días soleados y de tormenta, pero es siempre un regalo de Dios.

Y es que aunque nuestros días sean cambiantes, Dios no cambia. Es Cristo la piedra angular sobre la que se sostiene nuestro destino. Así como sabemos con certeza que después del invierno vendrá la primavera, sabemos que aún en los momentos más duros, aún en el dolor más intenso, Dios no nos deja solos. 

La primavera me recuerda que ni la muerte me vencerá. Ver tantos árboles que parecían muertos, secos totalmente, se visten una vez más de hojas y flores. Esta vida pasará, con sus altos y sus bajos, sus alegrías y tristezas, para dar paso a un eterna y plenamente feliz. Hacia ella dirijo mis pasos porque me ha sido prometida por quien hace cada año retornar la primavera.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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martes, 20 de marzo de 2012

Reflexionando el Evangelio: Unidos a la Cruz - IV Domingo del Tiempo de Cuaresma

Queridos Hermanos:

Hace poco publicaron unos datos que nos tendrían que poner de rodillas. Cada año son asesinados 105.000 cristianos, por el solo motivo de profesar la fe en Cristo. Cada cinco minutos muere un hermano nuestro por odio a la fe. La Luz sigue siendo rechazada por las tinieblas, sigue siendo perseguido quien se hace portador de la Luz de Cristo.

Esta vez la Palabra nos recuerda que Jesús vino al mundo a dar su vida por la salvación de toda la humanidad. Por lo tanto, nosotros como discípulos del Crucificado hemos de estar dispuesto a dar nuestra vida, a sacrificarnos con tal de que la salvación llegue a todos.

No a todos nos tocará morir por nuestra fe, pero seguro que el Señor nos brindará todos los días oportunidades para testimoniar el Evangelio. Y es que no podemos ser hijos de la Luz y obrar como los hijos de las tinieblas. Ser testigos de Cristo nos exige ser coherentes con su Palabra, vivir en comunión con Él, amar como Él nos ama.

Si así lo hacemos, de seguro no nos faltarán persecuciones, incomprensiones y oportunidades para sacrificarnos. Nuestra religión es actualmente la más perseguida en el mundo. Son miles los mártires que dan testimonio con su sangre. Y nosotros no podemos ser indiferentes, nuestra tibieza sería una afrenta al sacrificio de ellos, al sacrificio de Cristo.

Jesús vino a traernos la vida eterna, no vino a condenar sino a salvar. Pero su amor tuvo que luchar con quienes lo quisieron callar, con quienes rechazaban su Palabra. Hoy somos los cristianos los llamados a continuar la obra de Jesús, y no podemos pretender que todo nos sea fácil. Comencemos hoy a enfrentar, con valentía y mansedumbre, los ataques que esperan a quienes son portadores de la Luz en un mundo sumido en las tinieblas.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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martes, 13 de marzo de 2012

Sin Pelos en la Lengua - Jesús ¿profesor o Maestro?

Hace unos días me plantearon una pregunta que, a simple vista, se podía responder rápidamente: ¿Jesús es Maestro o profesor? Por supuesto que la respuesta será siempre “Maestro”, pero había que responder también por qué.

Muchos (hace tiempo también yo) buscan encontrar respuestas en Jesús. Su Palabra se convierte en el libro de los buenos consejos, donde encontrar la luz para poder llevar una buena vida. Hay quienes tienen por costumbre abrir la Biblia y leer el primer pasaje que encuentran, convencidos de que haciéndolo de esa manera, encontrarán la respuesta a su pregunta cotidiana. 

Es verdad que Jesús, a través de su mensaje, nos orienta e ilumina nuestra vida. Pero Jesús es mucho más que un profesor, que un catedrático del buen vivir. No es lo mismo dar un buen consejo que dar la Buena Nueva.

Jesucristo es la Buena Nueva del Padre. Su mensaje nos libera, nos muestra el camino de la salvación. Es el Maestro que nos invita a ser sus discípulos, asumiendo su estilo de vida. No nos llama sólo a ser buenos seres humanos, sino a ser santos. 

Yo también pensaba que Jesús era el mejor de los profesores, el mejor de los consejeros. Pero un día me enseñaron que no bastaba con leer la Biblia y ser una buena persona (o como dicen muchos “no hacerle mal a nadie”). Seguir al Maestro es lo que cada cristiano está llamado a hacer y a ser. Sólo cuando pasamos de ser simples espectadores de la Palabra, a participar de la historia de la salvación de la que ella habla, es que podemos comprender que Jesús no es un profesor.

Y será entonces cuando también predicaremos la misma Buena Nueva que anunció el Maestro, como lo hicieron los Apóstoles y lo han hecho los discípulos de Jesús a lo largo y ancho del mundo, durante dos mil años. Es hora de que tú también participes.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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lunes, 12 de marzo de 2012

Reflexionando el Evangelio: Pacto de amor - III Domingo del Tiempo de Cuaresma

Queridos Hermanos:

Sin duda el pasaje del tercer domingo de cuaresma nos puede dejar un poco desubicados. Imaginar a Jesús con un látigo en la mano tirando abajo las mesas de los cambistas, sacando a carrera bueyes y ovejas, seguro nos cuesta un poco. Pero así sucedió y era sin duda algo necesario. Pero lo que debemos tomar es la respuesta de Jesús cuando le preguntan que señal da para demostrar que tiene autoridad para hacer el “desalojo”. Jesús habla de su resurrección, aunque en ese momento no lo entienden. Volver a la vida después de tres días de su muerte, es la prueba de su divinidad, de que tiene autoridad para eso y toda lo que sea necesario.

En la primera lectura, Dios antes de dar los diez mandamientos, recuerda la hazaña cumplida a favor del pueblo judío. Ellos eran conscientes de haber sido esclavos en Egipto y de cómo Dios lo había liberado. Y no sólo era la gratitud a lo que apelaba el Señor, sino precisamente a el poder demostrado en la liberación, es decir, apelaba a su divinidad. Su autoridad, por lo tanto, es indiscutible.

Recordarlo seguro es una ayuda, así podemos tener presente que los mandamientos no son simplemente unos buenos consejos. Son la ley que Dios ha dado a su pueblo. Sin embargo nosotros no nos podemos quedar con la idea de la esclavitud en Egipto, porque no somos judíos. Dios nos ha liberado de la condenación eterna y para hacerlo no ha sacrificado a los primogénitos de Egipto, sino a su Hijo predilecto. La muerte de Cristo nos ha salvado, nos ha redimido. Su resurrección es la prueba de que también nosotros resucitaremos.

Por lo tanto nuestra actitud frente a los mandamientos tiene también que se distinta. Sabemos que Dios es Padre, el mejor de los padres. Y por amor a nosotros que somos sus hijos, nos ha dado el decálogo. Una ley que, lejos de ser una carga, es una solución, un camino, un estilo de vida. Cumpliendo los mandamientos podemos convivir, amando a Dios y a nuestros hermanos.

En el tercer domingo de cuaresma Jesús nos invita a cumplir la ley por amor, a recordar todo lo que significa. Desobedecerla sería una falta de amor a Él, que dio su vida por nosotros y al Padre que nos lo envió. Basta con tener presente éstas verdades para cumplirlos con todo nuestro empeño y pedir perdón cuando los desobedecemos. De eso se trata la cuaresma.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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martes, 6 de marzo de 2012

No hay mal que por bien no venga - Nonagésimo Noveno Informe Cesarial

Mis muy queridos ALA:

El tiempo es veloz y al parecer se nos escapa como agua de las manos. Sabemos que tenemos que aprovecharlo al máximo, sacarle el jugo, porque cada día es irrepetible. Hace dos años y medo cuando conversaba con un amigo sacerdote sobre mi ya próximo viaje a Roma, me decía: “Será un tiempo para afilar las herramientas”. Creo que no se equivocaba, pero ese tiempo se está acabando y las herramientas están prácticamente listas para retomar la tarea.
Con el P. Antonio de visita en Roma.

Actualizarlos
Han pasado tres meses desde mi último informe y teniendo en cuenta algunos “reclamos” enviados vía correo electrónico o facebook, me decidí a escribir algunas novedades para ponerlos al día de las aventuras de elcuradetodos. Básicamente no hay cosas extraordinarias que contar, más bien comentar uno que otro paso hacia la conclusión de este período de estudios en Roma.

Tareas importantes en marcha
Son varios los deberes importantes que tengo que terminar y que poco a poco van tomando cuerpo. Los estatutos de los Misioneros Eucarísticos todavía no están listos, pero la parte que podía realizar con mis pequeños conocimientos de Derecho Canónico, ya la concluí. Ahora el borrador está en manos del P. Isacio, sacerdote sevillano devoto de Don Manuel, que se ofreció a darle forma y conformidad canónica. Creo que estará listo en poco tiempo. Por otro lado la tesis, requisito necesario para poder concluir la carrera. El tema escogido es “Las cualidades directivas del párroco”. La idea es agrupar los criterios de dirección y organización que el management y la comunicación institucional ofrecen a quien debe dirigir una parroquia. Espero que sirva de ayuda a todo párroco y también que me sirva de instrumento para las futuras lecciones en el seminario. Finalmente es necesario también poner por escrito un proyecto del trabajo que tendré que realizar en la arquidiócesis, específicamente en el área de las comunicaciones. Para desarrollarlo es necesario seguir las pautas que la Iglesia universal, los lineamientos propuestos por el documento de Aparecida y el plan pastoral de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana dicen con respecto a la pastoral de la comunicación. Como verán no hay tiempo para aburrirse.

La pastoral italiana
Tanto en la capellanía, como en la parroquia, las tareas siguen su marcha y la esperanza de los frutos la pongo en manos del Dueño de la mies. Con los niños de la catequesis las cosas han ido mejorando, aunque debo decir que todavía cuesta lograr que se mantenga el orden durante todo el encuentro. Son muy curiosos y lamentablemente confirmo una vez más que tienen muchas malas ideas aprendidas a través de la televisión. La adoración eucarística de cada sábado va viento en popa. El grupo de constantes ha crecido y hemos establecido una rotación fija, de manera que la podemos publicar en la cartelera de cada Iglesia. Así si alguno falta no se desorienta, basta fijarse en el horario y saber donde se realizará la adoración esa semana. Nuestra intensión principal son las vocaciones al sacerdocio que buena falta que hacen por acá. La diócesis no tiene ni siquiera un seminarista. Ojalá alguno de los jóvenes de la parroquia se decida a dar el sí a Cristo.

Cocinando sabroso
Algunos de mis amigos del facebook se han sorprendido a ver las fotos en las que aparezco con una paila rebosante de fritada, porque pensaban que yo no sabía cocinar. Pues que nadie se sorprenda porque, aunque no me puedo jactar demasiado, sé defenderme en la cocina. Hasta ahora no ha habido quejas, al contrario mis comensales quedan contentos y muy satisfechos. Lo que debo aprender es a medir la cantidad, porque siempre preparo como para un cuartel militar.

Pasado el invierno
Hemos tenido una ola de frío que ha sido noticia por casi tres semanas. La verdad es que en otros países han sufrido mucho más que nosotros y no nos tendríamos que quejar. Roma se transformó por unos días, porque la nieve la cubrió completamente, como no lo hacía desde 1956. Así que se imaginarán que fue todo un acontecimiento. Lo mejor de todo (para mi) es que estamos ya entrando en primavera, y poco a poco la temperatura se eleva. Creo que puedo decir que superé mi tercer y último invierno europeo.

Ya va siendo hora de terminar el informe. Espero que el calor y las lluvias no les estén dando demasiados malos ratos. Yo, como siempre, les recuerdo que los tengo en mis oraciones y les pido que me tengan en las suyas. Desde la ciudad de San Pedro y San Pablo, me despido.
Hasta el Cielo.

P. Cèsar Piechestein
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lunes, 5 de marzo de 2012

Reflexionando el Evangelio: Escuchar a Dios - II Domingo del Tiempo de Cuaresma

Queridos Hermanos:

Dios Padre hace escuchar su voz, con un imperativo fortísimo: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo”. No basta con amarlo, no basta con darle culto, el Padre nos manda escucharlo. Creo que a partir de ese mandato tendríamos que desarrollar nuestra reflexión de hoy.

El objetivo que debe perseguir todo cristiano, todo discípulo de Cristo es entrar en comunión con Él. El camino de la vida cristiana es precisamente una profundización de la comunión con Dios. Un camino que nos tiene que llevar a pensar y sentir como Jesús, a que nuestro corazón sea semejante al suyo, a que nuestra voluntad se acomode completamente a la suya. Sin embargo para que haya comunión hemos de empezar con la comunicación.

Para que exista comunicación real entre dos personas, es necesario el diálogo. Si es uno sólo el que habla, obligando al otro sólo a escuchar, allí no hay comunicación sino un monólogo. Existen muchos que piensan que los cristianos hablamos con Dios, pero que Él no nos habla. Casi que tienen la idea de que nos falla algún “tornillo”, porque según ellos hablamos solos. Creo que están equivocados, aunque en algún caso podría suceder como dicen ellos.

Nuestra oración no puede ser una exposición de nuestras necesidades (que sabemos perfectamente Dios conoce mejor que nosotros mismos), ni tampoco una lista de peticiones. Nuestra oración debe ser, antes que nada, un tiempo que dedicamos a Dios, a estar con Él. Es el momento del día en el que ponemos nuestros cinco sentidos en actitud de escucha, porque queremos comunicarnos con nuestro Padre.

Y Dios no se limita sólo a escucharnos, nos habla siempre. Su palabra no llega al oído, sino al alma y la toca, la levanta, la mueve a hacer el bien. Y si a nuestro momento de oración le agregamos la lectura de la Biblia, sobre todo de un pasaje del Evangelio, encontraremos ahí lo que nos quiere decir. Él no se queda callado, se manifiesta tan claramente como a los Apóstoles en el Tabor. Pero es necesario querer escucharlo.

Por eso es que el Padre nos manda escuchar a su Hijo, sólo así podremos lograr la comunión con Él. Nos invita a hablarle y a descubrir lo que nos quiere decir a través de su Palabra escrita, a través de lo que el Espíritu Santo que habita en nosotros le dirá a nuestra alma. Dios no se esconde, Dios no es mudo, Él habla y quiere ser escuchado. Comencemos a darnos el tiempo para estar con Él.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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