"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

martes, 8 de noviembre de 2016

LO MEJOR ES ENEMIGO DE LO BUENO



Hace años me enseñaron la frase “Lo mejor es enemigo de lo bueno” y la convertí en un principio vital de mi existencia. No sé si porque soy impaciente o muy práctico, pero ha sido de gran ayuda en muchos aspectos. Por eso es que hoy quisiera compartirlo con ustedes.


Todos podemos aspirar a lo mejor, lo óptimo, pero somos conscientes de que no siempre se alcanza el grado máximo, de hecho, son pocas las veces. Ese no sería un gran problema si, mientras alcanzamos el grado más perfecto, seguimos trabajando con lo bueno con que contamos. Lamentablemente tantas veces se deja de hacer lo bueno por estar esperando a que se den las mejores condiciones.

Ejemplos hay muchos, quizás no todos sean los más felices. Se da el caso de quien quisiera evangelizar pero prefiere esperar a obtener un título en teología (cosa que no es negativa), pero mientras lo alcanza bien podría transmitir la fe aun desde sus conocimientos iniciales. Hay cosas que simplemente no se pueden hacer esperar. Hay quienes quieren todos los materiales y el mejor local para ponerse a dar catequesis, cuando lo que de verdad cuenta es que haya un catequista apasionado que se ponga a trabajar con los medios que existan, sean muchos o pocos. 

Otro caso suele darse a la hora de escoger pareja. Algunos se ponen “exquisitos” y deciden esperar a que llegue alguien perfecto, un príncipe azul o princesa rosa, que probablemente nunca llegue simplemente porque sólo existen en los cuentos de hadas. Como resultado se quedan en la “percha” y sin formar la familia que debieron formar.

Como ven los ejemplos podrían ser muchísimos, la que quiero es que quede clara la idea. No te pongas a esperar lo mejor de brazos cruzados, lo correcto es hacer lo bueno que puedes ahora y ya veremos si algún día lo óptimo se hace presente. ¡Hagamos el bien sin demora!

Hasta el Cielo.

P. César Piechestein Garcia
elcuradetodos…ustedes

jueves, 1 de septiembre de 2016

ABANDONA A SU HIJA PERO NO LA MATA



Apareció en todos los medios la noticia de una mujer que abandonó a su bebé recién nacida en mi parroquia y siento que debo comentar el hecho. Sucedió en San Alejo, en pleno centro de la ciudad de Guayaquil, durante la Misa de las 9h00 el domingo pasado. Doy esos detalles porque aunque ya son de dominio público, podrían ser relevantes para quien no se había enterado.

La noticia ha generado, como era de esperarse, una serie de reacciones. Lastimosamente la mayoría de ellas son en contra de la madre, afirmando lo terrible que es abandonar un hijo. Muchos se escandalizan, otros se lamentan y algunos casi se rasgan las vestiduras. Creo que ninguna de esas reacciones cabe en el momento histórico que vive nuestro país.


La semana pasada varios abogados y otros autodenominados representantes sociales propusieron en Quito que se despenalice el aborto en nuestro país, enarbolando como de costumbre el argumento del derecho de la mujer sobre su propio cuerpo. Esa noticia que también apareció en muchos medios, no suscitó casi ninguna reacción de rechazo o reprobación.

Pongámonos de acuerdo: ¿qué es peor? ¿regalar un hijo o matarlo?

Yo no juzgo a la mujer que entrega a otra su hijo, pero tengo que felicitarla porque tomó la decisión de respetarle la vida. Esa bebé tiene ahora la oportunidad de que otra persona se haga cargo de cuidarla. No hay que asustarse porque una madre regala a su hijo, hay que horrorizarse porque hay padres que abortan, que son capaces de matar a sus hijos antes de nacer. Hay que lamentarse de que haya gente que se dedique a promover el aborto, aun sabiendo que la vida es un derecho inalienable de todo ser humano.

Hoy quisiera sugerirles a aquellos abogados que propongan leyes que agilicen los procesos de adopción, que hoy en día son tan engorrosos que impiden a muchos niños gozar de una familia adoptiva. Y quisiera repetir las palabras de la Madre Teresa cuando dijo: “No aborten a sus hijos, démenlos a mí.” En San Alejo los recibiremos con cariño.

Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos…ustedes

martes, 23 de agosto de 2016

ESTAMOS CRIANDO CUERVOS



Hay cosas que hay que rescatar porque perderlas sería terrible. Nos enseñaron que nada bueno se alcanza sin esfuerzo, que hay que aprovechar todas las capacidades y ponerlas al servicio de los demás. Darlo todo, ser lo mejor de uno mismo, renuncia, sacrificio, capacidad de pensar más allá de las propias necesidades, principios que siguen siendo válidos pero que se pretenden dejar sólo a nivel de teorías que no se practican.

Estamos educando a las nuevas generaciones de manera dañina, no queremos premiar méritos objetivos (porque los que no los alcanzan se van a sentir mal) y por lo tanto se premia a todos o a ninguno. Tampoco se quiere sancionar o castigar porque no es bueno hacer sufrir a nadie. Se confunde la aceptación que todos merecen, con la aprobación que sólo se debe dar a los actos buenos, hágalos quien lo haga. Estamos cultivando una generación de mediocres.

A alguno le podrá parecer que exagero o que un sacerdote no debería ser tan duro. Algunos me citarán pasajes del Evangelio donde Jesús expresa su ternura. Pero a esos tales les diré que Jesús también es muy exigente y hasta duro. Basta que usted pose sus ojos sobre versículos como “Quien quiera venir en pos de mí que cargue con su cruz, se niegue a sí mismo y me siga”, “Sean perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto”, “Quien no está conmigo está contra mí”, “Quien pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás, no merece ser discípulo mío”, y otras tantas perlas preciosas como esas.

Así que ya va siendo hora de tomarnos las cosas en serio. Somos responsables de la educación que estamos dando a los más jóvenes. Enseñar con el ejemplo y las palabras, mostrar que vivimos desgastándonos y enseñarles que de eso se trata la vida, es fundamental para el futuro de la humanidad. El árbol bueno da frutos buenos.

Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos… ustedes

martes, 7 de junio de 2016

SEPARADOS EN NUEVA UNIÓN E IGLESIA



Los tiempos cambian y lo hacen para bien, aunque algunos se esfuercen en ver sólo lo malo que se difunde. Sepa usted que el bien también es difusivo y aunque no se le haga mucha “prensa”, el bien brilla con luz propia. El caso que quiero compartirles es el de los “divorciados vueltos a casar” a quienes hoy prefiero llamar “separados en nueva unión”.


Se preguntarán por qué el cambio, pues fueron ellos mismos los que me corrigieron. Ellos me aclararon que reconocen que para los católicos el divorcio no existe, por lo tanto son separados, ya no conviven con su legítimo cónyuge. Además no se han vuelto a casar, porque siguen casados con su cónyuge y lo que han establecido es una unión, no un nuevo matrimonio. Así de claro y contundente, y lo más importante es que salió de ellos mismos.

Así es, porque la Iglesia Católica sigue siendo tan madre y maestra como siempre. Y cuando hablo de Iglesia me refiero a todos los bautizados, no sólo a la jerarquía. Porque los separados en nueva unión también son Iglesia, tienen los mismos deberes y derechos que cualquier católico y cada vez son más conscientes de ello. Saben que su situación les impide confesarse y comulgar, pero reconocen que son responsables de una decisión que tomaron libremente. Incluso tienen un movimiento apostólico para acompañarse en su crecimiento espiritual: Camino a Nazareth.

Lo que se puso por escrito en el Catecismo de la Iglesia y en exhortaciones apostólicas ya se está haciendo realidad palpable y me siento orgulloso de poder ser parte de este tiempo de Nueva Evangelización y de misericordia. Nadie tiene porque quedarse fuera de la Iglesia, que acoge e ilumina a todos y que además nos hace corresponsables. Cada bautizado tiene una tarea que desempeñar según su condición y estado, pues de eso depende la fortaleza del Cuerpo Místico de Cristo, su Esposa la Iglesia.

Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos… ustedes

lunes, 30 de mayo de 2016

URGENTE: Prevenir la destrucción del matrimonio



Dicen que un hombre prevenido vale por dos, pero me da la impresión de que la mayor parte de la humanidad (me incluyo) carece de esa cualidad. Y es que se nos ha insistido tanto en que hay que vivir el presente, que nos olvidamos de tener previstas las posibilidades que nos puede imponer el futuro.


Es así que tantas veces nos tenemos que enfrentar a imprevistos, a crisis y problemas que se podrían haber evitado con solo un poco de preparación, sólo por sea caso. Si sólo hubiésemos invertido un poco de tiempo en esos previstos, de seguro las pérdidas se podían reducir e incluso hasta eliminar. Pero nos cuesta mucho mirar al futuro con previsión.

Lo que más me toca no son las pérdidas materiales, económicas o de otra índole, que al final son cosas que se pueden recuperar. Lo que más me preocupa es todo lo humano que podemos perder y que casi siempre es irrecuperable. Hace poco vivimos un terremoto y se perdieron muchas vidas, pero eso es algo bastante difícil de prevenir. Dicen que el 70% de los matrimonios se destruyen y ahí hay algo que se podía evitar con un poco de prevención.


Fundar una familia requiere de profunda preparación, la misma que no se puede limitar a un cursillo pre-matrimonial. Comienza en el hogar, donde vemos el ejemplo de nuestros padres y continúa con todas las parejas que vamos conociendo. Claro, eso sirve para quienes suelen escarmentar en cabeza ajena. Pero no se agota ahí, es necesaria una preparación a conciencia, teórica y práctica, que brinde a la pareja las herramientas que les permitirán prevenir unas crisis y superar las otras.

He visto como nuestra Iglesia avanza a grandes pasos en ese campo y tengo la esperanza de que los frutos (que ya se ven) sean muy abundantes. No esperar a que lleguen los problemas para reaccionar es de gente sabia y en el caso del matrimonio, es de gente que ama la familia y a Dios.

Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos…ustedes