"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

miércoles, 24 de julio de 2013

De la tierra al Cielo LXXXX - Discípulo: ni alumno, ni oficial




Cuando Jesús se refería a quienes le acompañaban, les llamaba discípulos. Dijo que así como se persigue al Maestro sería perseguido el discípulo, porque “el discípulo no es más que su maestro”. También “quien quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga” o “quien pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás no merece ser mi discípulo”, todas frases que nos va dando el perfil de quien es llamado por Jesucristo a estar con Él.


Sin embargo muchos no tienen claro el concepto, no reconocen bien las características del discípulo y tienden a confundirse. Cuando hablamos de maestros solemos hacer tres distinciones: el maestro docente, el maestro de un oficio y el Maestro Jesús. Mientras el maestro docente tiene alumnos, el maestro en un oficio tiene oficiales. Jesús tiene discípulos.

Si un cristiano mira a Jesús como maestro docente procurará aprender la doctrina del Señor, todos los conceptos y definiciones. Mirará los Evangelios como libros de texto que deben ser leídos, aprendidos, como se estudian los libros de historia. Si, en cambio, mira a Jesús como un maestro de oficio, procurará hacer lo que Jesús manda: obras de piedad, ayuda al prójimo, enseñanza a los más jóvenes, servicios comunitarios y eclesiales. Es decir, será un actor protagónico en todo lo que signifique hacer el bien, un altruista, un bienhechor.

Pero ninguna de las dos posturas es completa, en ningún caso cumplen con las características del auténtico discípulo. Amar a Jesús es querer ser como Él. El discipulado es un recorrido que nos lleva a imitar al Maestro: aprender su doctrina, colaborar con su misión, pero sobre todo encarnar su estilo de vida. 

El discípulo procura pensar y actuar como su Maestro, pero sobre todo amar como Él. La Biblia afirma que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. El Maestro nos ordenó: “ámense los unos a los otros como yo los he amado”; “aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón”. Ser discípulo es mucho más que ser un buen alumno o un excelente oficial, es ser otro Cristo.

Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes.