"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

martes, 7 de agosto de 2012

De la tierra al Cielo LXXIX - Quiero ser un libro


Yo quisiera ser un libro … sí pero un libro de primaria. Quizás les parezca a aspiro a muy poco, que bien podría, ya que deseo ser una cosa inanimada, ser un libro de mayor rango: una enciclopedia, una libro de aritmética o de astronomía. Pero la verdad es que yo prefiero ser uno de primaria, de esos que dicen “Mi mamá me mima y yo mimo a mi mamá”.

Y es que, cuando de cosas se trata, tendría que elegir una que sea más noble. Los libros científicos, los que estudiamos en la universidad, nos enriquecen, nos transmiten conocimientos muy altos, pero sólo porque sabemos leerlos. ¡Qué sería de nosotros si no hubiese libros que nos enseñaran a leer!

Cada uno de nosotros debe elegir que tipo de persona quiere ser, es como construir nuestro propio perfil. Hay que elegir bien, puesto que todos somos parte del engranaje social. Cada pieza es importante y necesaria, aunque cada una tenga una diferente función. Y en ese sistema yo quiero ser como un libro de escuela, de esos en los que aprendes a leer. Sencillo, con muchos dibujos, con frases cortas y que quedan en la memoria. Un libro al que, al final, te une un vínculo de gratitud.

Serlo, sin embargo, tiene sus desventajas. Mientras el libro universitario o la enciclopedia son tratados con cierto respeto y cuidadosamente conservados en sus estantes, al libro de escuela lo llenas de colores y garabatos, lo arrugan y lo tiran por el suelo. Aunque su misión sea noble, sus destinatarios muchas veces no lo entienden. 

Al final, lo que cuenta realmente en la vida, es gastarse y desgastarse. Seguramente todos los libros buenos cumplen una misión importantísima, pero yo siempre preferiré ser un libro de primaria, un libro de niños.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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