Yo quisiera ser un libro … sí pero un libro de
primaria. Quizás les parezca a aspiro a muy poco, que bien podría, ya que deseo
ser una cosa inanimada, ser un libro de mayor rango: una enciclopedia, una
libro de aritmética o de astronomía. Pero la verdad es que yo prefiero ser uno
de primaria, de esos que dicen “Mi mamá me mima y yo mimo a mi mamá”.
Y es que, cuando de cosas se trata, tendría que
elegir una que sea más noble. Los libros científicos, los que estudiamos en la
universidad, nos enriquecen, nos transmiten conocimientos muy altos, pero sólo
porque sabemos leerlos. ¡Qué sería de nosotros si no hubiese libros que nos
enseñaran a leer!
Cada uno de nosotros debe elegir que tipo de persona
quiere ser, es como construir nuestro propio perfil. Hay que elegir bien,
puesto que todos somos parte del engranaje social. Cada pieza es importante y
necesaria, aunque cada una tenga una diferente función. Y en ese sistema yo
quiero ser como un libro de escuela, de esos en los que aprendes a leer.
Sencillo, con muchos dibujos, con frases cortas y que quedan en la memoria. Un
libro al que, al final, te une un vínculo de gratitud.
Serlo, sin embargo, tiene sus desventajas. Mientras
el libro universitario o la enciclopedia son tratados con cierto respeto y
cuidadosamente conservados en sus estantes, al libro de escuela lo llenas de
colores y garabatos, lo arrugan y lo tiran por el suelo. Aunque su misión sea
noble, sus destinatarios muchas veces no lo entienden.
Al final, lo que cuenta realmente en la vida, es
gastarse y desgastarse. Seguramente todos los libros buenos cumplen una misión
importantísima, pero yo siempre preferiré ser un libro de primaria, un libro de
niños.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
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