"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

sábado, 24 de septiembre de 2011

De la tierra al Cielo L - Lo imposible para los hombres, es posible para Dios

Es verdad que uno no puede escoger las circunstancias de su vida. A algunos les toca nacer en la pobreza absoluta, mientras oros nadan en la abundancia. Unos crecen rodeados de violencia y guerras, mientras otros jamás sabrán como suenan los cañones. No podemos escoger el tipo de vida que nos tocará vivir, pero si podemos decidir que tipo de persona queremos ser.

Frente a las mismas circunstancias las personas reaccionan de distinta manera. Frente a la enfermedad, al dolor o al hambre, mientras unos desesperan o se encierran en sí mismos, otros se abren al dolor ajeno, dilatan su corazón y crecen como personas. La misma circunstancia a uno lo hace crecer y a otro lo destruye. Por lo tanto no depende de la circunstancia sino de como lo asume el individuo.

Cada uno de nosotros tiene un recurso inagotable, capaz de darnos toda la fuerza, le entereza y el valor para poder afrontar hasta la circunstancia más adversa, sin desmoronarnos. Ese recurso es Dios. Podemos decidir ser personas indestructibles, pero hemos de comenzar por reconocer que ningún ser humano lo es, al menos no por sí mismo. Reconocer nuestro límite nos permite recurrir a Dios, esperarlo todo de Él. Nuestra comunión con el Todopoderoso nos hará capaces de aquello que humanamente no podríamos soportar.

Hoy los invito a tomar esa decisión. Dejémonos llenar por Dios. Sólo de esa manera podremos seguir en pie y ser sostén para otros, mostrándoles el camino hacia la salvación. Y empecemos hoy, porque no hay tiempo que perder.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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domingo, 11 de septiembre de 2011

De la tierra al Cielo XXXXIX - Nutrir bien el intelecto.

Hemos desarrollado una gran cultura sobre la nutrición, quizás heredada de nuestras abuelas. Sabemos lo que debemos comer y lo que nos hace daño, y aunque a veces nos dejemos llevar por la gula, de ordinario procuramos alimentarnos correctamente. Somos conscientes del impacto que puede tener una mala nutrición en nuestra salud. Lo que yo me pregunto es si somos también conscientes de la impacto que tiene en nuestra vida el alimento que damos a nuestro intelecto.

Porque el mismo cuidado que tenemos con lo que comemos, deberíamos tener con lo que leemos. Los libros son el alimento de nuestra mente, de nuestro intelecto. Nuestros pensamientos e ideas serán fruto de lo que hayamos leído. La lectura será siempre una de las más fuertes influencias en nuestra forma de ser, porque normalmente actuamos de acuerdo con nuestras ideas.

Y partiendo de esta premisa, creo que podemos sacer dos lecciones. Primero que así como nos aseguramos de que lo que comemos sea bueno para nosotros, hemos también de asegurarnos que lo que leemos sea bueno, sea positivo y nos ayude a construirnos como personas. Existen libros que simplemente son una pérdida de tiempo, no enseñan absolutamente nada. Otros son veladamente dañinos, como las telenovelas antiguas, que sin ser abiertamente inmorales (como las actuales) transmitían ya antivalores. Los hay que son abiertamente dañinos, leerlos es como comer basura.

Comer mucho no significa alimentarse bien. Así mismo leer mucho no significa educarse bien. Hay que procurar leer libros de calidad y leerlos en manera de aprehender lo que ahí se nos propone. No será la cantidad de libros, sino la profundidad con la que hayamos leído, la reflexión, la interiorización de lo que se lee.

Y es así que, seguro estarán de acuerdo conmigo, lo que más frecuentemente y profundamente hemos de leer son los Evangelios. No existe un mejor “best seller “, no encontraremos un mejor alimento para nuestro intelecto y nuestro espíritu que la vida de Jesucristo y su mensaje. Millones de vida a lo largo de dos mil años han sido influenciadas por ellos: santos, mártires, héroes, hombres y mujeres que cambiaron la historia del mundo, fueron influenciados por esos cuatro libritos.

Hoy les invito a leerlos con detenimiento, procurando sacarles todo el jugo. Recuerden que es Palabra viva y que por lo tanto cada vez que las vuelvas a leer tendrá algo nuevo que decirte.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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jueves, 8 de septiembre de 2011

Recorriendo los pasos de Don Manuel - Nonagésimo Sexto Informe Cesarial

Mis amabilísimos ALA:

Los santos son intercesores nuestros, pero sobre todo son maestros, modelos a seguir. Es cierto que Cristo es el más grande Maestro, pero también es verdad que siguiendo a los mejores discípulos podemos también seguir la senda del Maestro. Yo admiro muchos santos, pero hay uno en especial con quien me identifico de manera más patente. Y quiso Jesús darme la oportunidad de poder recorrer sus pasos.
El Sagrario de Palomares del Río.

La oferta de Aurora.
Dicen que Dios los crea y ellos se juntan, la verdad es que estoy muy de acuerdo. Quiso Dios poner en mi camino a doña Aurora López, devota de Don Manuel y además habitante de Palomares del Río. Nos conocimos en Roma y se puso a las órdenes para darme a conocer las tierras andaluzas en las que vivió y sirvió el beato obispo. Yo no podía dejar pasar semejante oportunidad, única en la vida. Ya que estaba en España por motivo de la JMJ, pensé que lo más práctico era quedarme una semana más y poder visitar Sevilla, Huelva, Málaga y por supuesto Palomares.

Recorriendo los pasos de Don Manuel.
Cada lugar que pisábamos tenía además de una historia muy antigua, esa presencia de Jesús Sacramentado. Esa presencia por la que Don Manuel se desvivía y a la que procuraba dar y buscar compañía. Aquel Sagrario sucio y destartalado que encontró en Palomares, ha dado lugar a un lugar que destila espiritualidad eucarística. Quizás el lugar que más evoca su paso es Huelva, donde aún hoy muchos recuerdan con gratitud su obra como arcipreste. Es difícil describir lo que siente quien ha leído “Un sueño pastoral” al entrar por la puerta de la capilla del seminario de Málaga. Es como un cuento que se te vuelve realidad. Y ese Sagrario diseñado por Don Manuel, en el que cada detalle es una catequesis. El Sagrado Corazón, la Inmaculada y el pastorcito eucarístico (ahora en el Nazaret de Málaga) hablan de un santo pastor que supo guiar a su diócesis hacia la Jesús Abandonado.

Entre Marías.
Y es que recorrer la ruta de Don Manuel, era también encontrarse con sus hijas. La visita a cada lugar nos ponía en contacto con nuevas hermanas. Lo que más me emocionó fue encontrarme con una que hace años no veía y que no esperaba encontrar aquel día. Celebrando la Misa en Villa Nazaret, la primera casa de la congregación, pude ver que del lado derecho de la capilla estaba una hermana que se me hacía familiar. Al finalizar la eucaristía se acercaron las hermanas a saludar y reconocí enseguida a María Mercedes. Ella era superiora de la comunidad de Guayaquil cuando me encontré con las Misioneras Eucarísticas por primera vez. Fue emocionante poder recordar viejos tiempos y compartir con ella los avances de la obra de los Misioneros Eucarísticos Diocesanos.
Con la Hna. María Mercedes.

Compartir en familia.
Y es que aunque pareciera un tour eminentemente religioso, tenía también un toque familiar. Aurora me recibió en su casa y en su familia. Pude compartir momentos con sus hijos, suegros y esposo, además de sus buenos amigos. Conservo los mejores recuerdos de Francisco, su hijo mayor, que fue quien más tiempo compartió con nosotros (hasta de fotógrafo le tocó). Como se acostumbra ahora, confiamos nuestra amistad al cuidado del facebook. 

Lo más importante, el fruto del viaje, más allá de haber visitado la tierra que evangelizó Don Manuel, son las amistades sembradas. Las hermanas, algunos sacerdotes, María Mercedes, María Elena, María Antonia, Francisco y sobre todo Aurora. Siempre hemos de valorar el tesoro de la amistad por encima de cualquier otro valor. Y es que el mismo Jesús nos llamó amigos.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Obscurecer a la Iglesia - Sin Pelos en la Lengua

Cuenta una historia que había en una pequeña laguna un sapo muy grande y lleno de verrugas. A una pequeña rana que había llegado a vivir ahí le llamó la atención ver que el sapo se alimentaba únicamente de luciérnagas. Ese detalle despertó su curiosidad, porque el estanque estaba lleno de todo tipo de insectos. Un día no se aguantó más y le preguntó:

- Señor Sapo ¿por qué come usted sólo luciérnagas?
A lo que el sapo, sin inmutarse, respondió:
- Porque brillan.

Cristo es la Luz del mundo y su Iglesia ha de reflejar esa luz. A veces cuando se habla de Iglesia se piensa en los templos, otras veces se entiende por Iglesia sólo a la jerarquía de la misma, pero Iglesia somos todos los bautizados. Siendo todos parte de ella, somos también todos corresponsables de irradiar esa luz y de ayudar a que la institución que fundó Jesús para continuar su obra, pueda cumplir su objetivo.

Ayer, mientras caminaba por las calles de Bruselas, me topé con un templo que me dejó preocupado. Su belleza arquitectónica era indiscutible, a pesar de la suciedad que lo cubría. Pero había otro detalle que me dejó mal: junto a la puerta principal y obstaculizando la misma estaban los contenedores de basura del municipio.
No sé si me preocupa más el que los haya puesto ahí el ayuntamiento o el hecho de que los fieles de esa parroquia lo hayan permitido. Parecería un detalle sin tanta importancia, pero yo creo que no. Para mi es un reflejo de una comunidad indiferente, tibia o fría, que se cansó de reflejar la luz.

El beato Manuel González sufría cuando encontraba sagrarios, altares, templos abandonados materialmente, precisamente porque al abandono material había precedido, lógicamente, un abandona espiritual. Delante de esos espectáculos su amor por Dios lo movía a escribir, a predicar, a mover corazones y almas, para que Cristo no fuese olvidado.
Hoy nos debemos preguntar si estamos reflejando la luz de Cristo ahí donde Él nos ha puesto. Nos hemos de cuestionar si realmente estamos sirviendo en nuestra parroquia, si estamos cultivando nuestra fe y ayudando a otros a caminar en vida cristiana. Siempre habrá quien quiera opacar a la Iglesia, siempre habrán sapos como el de la historia, pero mientras los cristianos sigamos proyectando la luz las tinieblas no reinarán. Todos somos responsables en la Iglesia.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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domingo, 4 de septiembre de 2011

CONVIVENCIA VOCACIONAL 
DOMINGO 25 DE SEPTIEMBRE
Para jóvenes y jovencitas que se sientan llamados a consagrar su vida a Cristo.

Casa de Convivencias de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret 
(Guayaquil-Ecuador)

Calle Juan Montalvo 415 y General Córdova
(diagonal al Mercado Artesanal) 
De 9:00 a 17:00
Llevar Biblia y cuaderno.

P. César Piechestein

sábado, 3 de septiembre de 2011

El mejor momento de la JMJ - Nonagésimo Quinto Informe Cesarial

Mis gentilísimos ALA:

Los últimos eventos de la JMJ fueron los más significativos. Es verdad que tuvieron que organizar una infinidad de cosas para poder atender a una masa tan numerosa, sin embargo la organización fue lo suficientemente capaz de poder con todos. Y aunque cada momento fue memorable, todos esperábamos la vigilia y Misa en el aeropuerto de “Cuatro Vientos”. Iba a ser el evento cumbre de la jornada, siempre en compañía del Papa Benedicto.

Todos a 4 vientos.
Hasta videos en Youtube colgaron para indicarnos la manera más fácil de llegar hasta el aeródromo que tendría que albergar casi dos millones de personas, y que al final se quedó corto, ya que más de 200.000 tuvieron que regresar a su casa para poder verlo por televisión. Hasta un estadio cercano fue prestado para acoger a muchos que no pudieron entrar. Yo no estaba tan convencido de ir a la vigilia. No había logrado encontrar un grupo al cual integrarme y el calor de aquel día era sofocante. Al final me pude poner en contacto con Cristina Franco que estaba ya en “Cuatro Vientos” (desde las seis de la mañana), acompañada de algunos peregrinos ecuatorianos. Así que no teniendo más pretextos que justificaran mi ausencia, agarré lo que me pudiera servir (3 litros de agua) y marché con destino al aeropuerto. A medida que me acercaba se me unían otros peregrinos. Era como una fila de hormigas que a medida que se acercaba al hormiguero se volvía más grande. En el metro y a pesar del calor humano y el “olor de humanidad”, todo era risas y cantos. Al llegar a la última estación, no cabía un alfiler.

El campamento ecuatoriano.
Una vez cruzada la puerta (sin hacer fila porque tenía mi carnet de voluntario) comencé la ingrata búsqueda de mis compatriotas. El aeródromo estaba divido en parcelas y la nuestra era la E1. Aquello era una mezcla extraña entre un campo de refugiados, una playa y una fiesta de pueblo. Gente que iba y venía, con agua o con comida. Otros acostados durmiendo al sol, como en la playa. Algunos debajo de improvisadas carpas, durmiendo una siesta o conversando. Eso sí, era un mar de gente. Por suerte y aunque tuve que caminar mucho, di pronto con mis amigos. Las indicaciones de Cristina fueron bastante exactas y el lábaro patrio ondeaba en el “campamento”. Bueno en realidad parecía un asentamiento clandestino, de esos que al inicio se llaman “pre-cooperativas”. Ahí me instalé.

Vientos si, pero también sol canicular y lluvia y rayos y truenos.
De repente y sin explicación el cielo se comenzó a nublar. Todos nos pusimos contentos porque el ambiente era más fresco. Recogimos el improvisado tendal y nos acomodamos, listos para recibir a Su Santidad. Un imprevisto brote de hormigas nos anunciaba el cambio del clima y fue así que cuando el Papa comenzó la vigilia, también comenzó a llover. Viento, rayos y truenos, tanto como para hacer que se le volara el solideo al Papa. Parecía que se nos hacía “agua la fiesta”, pero nadie se movió. Al contrario los ánimos se levantaron aún más (cosa que parecía imposible) al ver que el Papa seguía allí, dispuesto a permanecer con nosotros contra viento y marea. Cantábamos y rezábamos pidiendo que se clamara la tempestad y se nos concedió. 

Un momento inolvidable.
Y fue entonces que ocurrió lo que para mi fue el momento más grande de toda la jornada. Se expuso el Santísimo Sacramento y de repente todo se volvió silencio. Dos millones de jóvenes junto al Papa, en adoración. No parecían los mismos que minutos antes cantaban y gritaban bajo la lluvia. Fueron minutos extraordinarios, un momento de Dios y la manifestación más palpable de que eso no era sólo una fiesta juvenil, sino una celebración de la fe.

Seguramente habrán podido seguir ustedes la Santa Misa que presidió su Santidad al día siguiente, así que no es necesario que se las describa. Lo que cuenta ahora es seguir orando para que la fuerza que ahí recibimos no se extinga y sobre todo, no se quede sin frutos. La próxima será en Brasil.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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Los antipapa en la JMJ - Sin Pelos en la Lengua

Mi amigo el padre Jairo acosado por los manifestantes.

Quizás la única sombra que se proyectó sobre nuestra soleada JMJ, fue la manifestación de los autodenominados “anti papa”. A lo mejor el título no les hace justicia puesto que no sólo se manifestaban en contra de la visita del Papa, sino también a favor del aborto, del matrimonio entre personas del mismo sexo, de la eutanasia y de la educación laica (entiéndase sin posibilidad de enseñanza religiosa). Es decir que aprovecharon el momento para darse un baño de notoriedad.

Está de más decir que tanto los organizadores de la JMJ, como personeros del gobierno español dejaron muy en claro que el estado no había aportado dinero y que los impuestos de los ciudadanos no servían para financiar la JMJ. Esta fue 100% costeada por las inscripciones de los peregrinos y la empresa privada. Pero ya se sabe que lo que los anti-papa querían era otra cosa.

No sé si ellos habrán o no logrado su objetivo y además no me interesa. Lo que sí puedo afirmar, puesto que fui testigo ocular, es que brindaron a los jóvenes peregrinos una oportunidad magnífica de dar testimonio al mundo. Los violentos fueron ellos, ellos los que insultaban, humillaban y profesaban intolerancia. Fueron ellos los que lanzaron botellas, empujaron y hasta golpearon. A sus gritos los peregrinos respondían con cantos, a sus burlas con oración, a su ira con alegría.

No nos arruinaron la fiesta, todo lo contrario. El mundo pudo ver en imágenes el temple de la juventud católica, la juventud del Papa. Y como se dice que “Una imagen vale más que mil palabras”, estoy convencido que esas imágenes que dieron la vuelta al mundo han hecho y harán mucho bien, animando a otros jóvenes a no tener miedo de mostrar su fe, con valor, alegría y respetando a quien no la comparte.
 Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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