Es verdad que uno no puede escoger las circunstancias de su vida. A algunos les toca nacer en la pobreza absoluta, mientras oros nadan en la abundancia. Unos crecen rodeados de violencia y guerras, mientras otros jamás sabrán como suenan los cañones. No podemos escoger el tipo de vida que nos tocará vivir, pero si podemos decidir que tipo de persona queremos ser.
Frente a las mismas circunstancias las personas reaccionan de distinta manera. Frente a la enfermedad, al dolor o al hambre, mientras unos desesperan o se encierran en sí mismos, otros se abren al dolor ajeno, dilatan su corazón y crecen como personas. La misma circunstancia a uno lo hace crecer y a otro lo destruye. Por lo tanto no depende de la circunstancia sino de como lo asume el individuo.
Cada uno de nosotros tiene un recurso inagotable, capaz de darnos toda la fuerza, le entereza y el valor para poder afrontar hasta la circunstancia más adversa, sin desmoronarnos. Ese recurso es Dios. Podemos decidir ser personas indestructibles, pero hemos de comenzar por reconocer que ningún ser humano lo es, al menos no por sí mismo. Reconocer nuestro límite nos permite recurrir a Dios, esperarlo todo de Él. Nuestra comunión con el Todopoderoso nos hará capaces de aquello que humanamente no podríamos soportar.
Hoy los invito a tomar esa decisión. Dejémonos llenar por Dios. Sólo de esa manera podremos seguir en pie y ser sostén para otros, mostrándoles el camino hacia la salvación. Y empecemos hoy, porque no hay tiempo que perder.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
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