"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

miércoles, 18 de septiembre de 2013

El cónyuge no es un medio - Sin Pelos en la Lengua



Las motivaciones a la hora de tomar decisiones son siempre esenciales. No basta con hacer lo correcto, es necesario hacerlo por las razones correctas. Uno de los pasos más importantes que hay que dar en la vida, es entregarse, comprometerse en la misión o vocación a la que Dios llama a cada quien.

Siempre que se vea desde la perspectiva cristiana, la vocación se asume para servir, porque servir es la concreción del amor y sobre el amor gira todo el universo. Sin embargo la motivación a la hora de dar el gran paso, no siempre es esa.


En mis años de sacerdocio me ha tocado entrevistar a muchos novios y comprobar la triste realidad: muchos tienen una visión egoísta del matrimonio. Hay quienes se casan pensando que el cónyuge es un medio para alcanzar algo más. Me caso porque quiero un compañero, me caso porque quiero ser feliz, me caso porque quiero tener hijos, me caso porque quiero una vida más estable, etc. La gran verdad es que el cónyuge no es un medio, sino un fin en sí mismo.

Al comprometernos con otra persona (el criterio vale tanto para el matrimonio, para el sacerdocio, la vida consagrada y cualquier otra relación humana noble) el fin es la otra persona. Mi objetivo es hacer feliz al otro, no usarlo como medio para obtener mi felicidad o alcanzar mis sueños. Si usted se va a casar o ya se casó, revise con cuidado su motivación.

El amor nos hace salir de nosotros mismos, dejar de ver nuestros intereses y proyectos, para poder ver los del otro y llegar incluso a plantearnos toda una ruta distinta, que ya no será ni de uno ni de otro, sino de ambos. Amar es pasar del “yo” al “nosotros”.

Ojalá, antes de dar el gran paso, revisemos bien lo que llevamos dentro y procuremos mirar a los demás no como medios para alcanzar nuestros planes, sino como fin de nuestra vida.

Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
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