"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

lunes, 16 de mayo de 2011

Reflexionando el Evangelio: Jesús Pastor y Puerta - Domingo del Buen Pastor

Queridos Hermanos:

Celebrar el domingo del Buen Pastor nos invita a reflexionar sobre nuestra relaciòn con Jesùs, el Pastor que ha sacrificado su vida por nosotros . Hemos rezado juntos el salmo 23 y repetido varias veces la antífona: “El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar”. Creo que èste es uno de los salmos màs conocidos, aunque no siempre sea bien entendido.

Jesùs después de afirmar que El es el Buen Pastor que conoce sus ovejas y las llama por sus nombres. Ellas reconocen su voz y lo siguen. Sin embargo Jesùs se da cuenta de que los apòstoles no lo habìan comprendido del todo. Y es entonces se explica aùn màs claramente y afirma “Yo soy la puerta ; si uno entra por mi, se salvará.” 

Muchos se quedan con la idea del Pastor que nos lleva a verdes pastos y hacia fuentes tranquilas, pensando en un Jesùs que se ocupa de satisfacer nuestras necesidades màs inmediatas. Salud, trabajo, bienestar familiar, etc, dejando olvidado casi por completo la dimensiòn espiritual de la redenciòn.

La Cruz de Cristo nos ha dado la posibilidad de entrar en el Cielo. Es a esas praderas celestiales que Jesùs nos quiere conducir. Cierto que non nos dejarà abandonados en esta vida, pero no podemos caer en la tentaciòn de vivir sòlo pensando en este mundo, cuando sabemos muy bien que es pasajero, que la vida eterna viene después de èsta.

El pasaje concluye con una de las afirmaciones que màs me gusta recordar “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10,10). Nuestro Buen Pastor sabe que la raíz de todos nuestros males es el pecado y es por eso que ha vencido el pecado y la muerte muriendo en la Cruz. A nosotros nos toca valorar ese sacrificio y recordar que nuestra meta no està en èste mundo sino en el Cielo.

La oveja que se deja guiar, la que obedece al Pastor podrà recostarse en verdes praderas y beber de las fuentes tranquilas. Como miembros del rebaño de Cristo que es la Iglesia hemos de cultivar esas virtudes, comenzando por la humildad. Recordemos que nuestro Pastor se hizo uno de nosotros y conoce bien nuestras debilidades y necesidades. Es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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