"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

domingo, 6 de noviembre de 2011

Reflexionando el Evangelio: El mínimo esfuerzo - XXXII Domingo del Tiempo Ordinario

Queridos Hermanos:

Mucho se habla sobre la “Ley del Mínimo esfuerzo”. Mientras más fácil y rápido sea, mejor. Mientras menos esfuerzo me cueste estoy más contento. Bien sabemos, sin embargo, que todo lo verdaderamente bueno de la vida se obtiene con sacrificio y poniendo lo mejor de nuestra parte. Y si hay algo que vale más que nada en la vida es precisamente lo que nos espera después de ella. Jesús en el Evangelio de hoy nos explica el Reino de los Cielos a través de la parábola de las diez vírgenes.

Todas esas muchachas habían sido invitadas a la boda y todos tenían la misma tarea: acompañar al esposo iluminando su camino con las lámparas encendidas. El problema de las necias no era tanto su necedad sino algo todavía más profundo. Era el típico cumplimiento, es decir, “cumplo y miento”. Es verdad que aparentemente eran iguales a las otras cinco, pero en realidad no les interesaba tanto la misión que se les había encomendado, sino la fiesta que vendría después. Al final se quedaron fuera, precisamente por no haber estado listas para cumplir lo que se les había encomendado.

A las vírgenes necias, como a los fariseos, les faltaba el amor sincero. No basta con cumplir externamente. Podemos dar toda la apariencia de buenos cristianos y en realidad no serlo, total es fácil engañar a los hombres. Eso sí, a Dios no hay quien lo engañe. Podemos llevar una vida cristiana superficial, light. Cumplir con el mínimo y conformarnos creyendo que ya es suficiente con eso. Pero el Señor nos llama a la santidad, a darlo todo por el todo. El Cielo no es cualquier cosa.

Dios nos ha dado una vida que debemos consumir, no en nosotros mismos, sino en la misión que Dios nos ha encomendado. Y al final de nuestra existencia, cuando llegue el día de la cosecha, Cristo nos dejará entrar al Cielo. Quien ama no se mezquina, no busca el atajo no va haciendo rebajas. Al contrario el amor nos impulsa a entregarnos cada día más, a cultivar iniciativas, a abrir nuevas sendas de santificación. Por eso los santos eran tan creativos, por eso hay tantos carismas en la Iglesia. El Espíritu les movía a diversas misiones, porque Dios no se queda quieto y nosotros somos sus instrumentos.

Vivamos cada día como las vírgenes prudentes, las que amaban de verdad. Busquemos el Reino de Dios y todo lo demás nos será dado por añadidura. Cuidado por ir detrás de las añadiduras nos quedamos sin participar del Paraíso.
Hasta el Cielo.

P. Cèsar Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

1 comentario:

  1. Muy bueno, felicitaciones. Un abrazo, desde La Plata
    http://entodoslosmedios.blogspot.com

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