Nada es tan fuerte como el amor, nada se le puede
igualar. Además se afirma que es como un océano sin orillas, no tiene límites. No
es extraño que combine bien con algunos sentimientos, que no siempre parecerían
tan afines. Entre ellos uno que suele apreciarse frecuentemente a su lado es el
deseo de posesión.
Nos enseñaron en filosofía que el amor mueve a la
voluntad hacia un bien. El amor, de hecho, es el deseo de poseer ese bien.
Quien ama a Dios lo que en el fondo quiere es poseerlo, estar en comunión con
Él, unirse a Él.
Sin embargo muchas veces eso se confunde con
adueñarse. A nivel material, lo mismo es poseer que ser dueño. Con se trata de
amor, son dos cosas distintas. Puedes adueñarte de las cosas, pero de las
personas jamás. Y, lamentablemente, muchos no han logrado entender esa
diferencia.
Me gusta esa frase de los enamorados “Si amas a alguien,
déjalo ir. Si vuelve a ti es que siempre fue tuyo y sino, es que nunca lo fue”.
Es un poco cursi, pero la idea es correcta. Lo que habría que asegurar es que,
aunque vuelva, no te pertenece, no te puedes adueñar de nadie.
Creo que el momento en que más claro comprendemos esta
verdad es cuando mueren las personas que amamos y que nos han amado. Tenemos
que dejarlas ir, aunque quisiéramos que estuvieran siempre a nuestra
disposición. Le pertenecemos a Dios, sólo Él ama en plenitud y sabe lo que es
mejor para cada uno. La muerte llega cuando debe llegar y sólo quien debe morir
está preparado para ello. A los demás nos cuesta dejar ir, vernos privados de
la presencia de las personas que amamos será siempre doloroso.
Amemos siempre, dejemos que crezca en nosotros esa
virtud que nos hace buscar poseer el bien, estar cerca de quienes llenan
nuestros afectos y nos sostienen con su presencia. Todo sin olvidar que no seremos
jamás dueños de nadie, porque todo ya tiene un dueño, al que tú y yo
pertenecemos.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
Padre: Acabo de enterarme de su blog, qué alegría el poder disfrutar de sus informes. Qué bueno es ver crecer a un ser humano en la fé y que nos ayude a los que siempre necesitamos de sus consejos y comentarios.
ResponderEliminarGraciela de Samanes.
totalmente de acuerdo César..."porque todo ya tiene un dueño, al que tú y yo pertenecemos."
ResponderEliminarMuy cierto...Siempre es doloroso el no tener a las personas que amamos...
ResponderEliminarSIEMPRE SERÁ...MUY..MUY DOLOROSO..