Hoy mientras saboreaba una manzana, pensaba cuán dulce
puede ser una fruta tan pequeña. Dicen que, junto con la uva (más pequeña
todavía) son las frutas que más azúcar poseen. Tengo que confesar que los
dulces son mi debilidad, en especial el chocolate, creo que son una de las
cosas buenas de la vida. Pero sé también que los dulces tienen un lado malo, en
exceso producen daños a la salud.
Debemos aceptar el lado malo de lo bueno. Dicen los
entendidos que nada bueno se consigue fácil, recordemos que “Quien quiere su
celeste, que le cueste”. Lo sabemos, lo tenemos presente, aunque a veces lo
podemos querer olvidar.
Es una ilusión pretender hacer el bien y creer que
todo será fácil, que el camino carecerá de dificultades. Podríamos pensar que
como se está haciendo el bien todo se nos tendría que facilitar y aunque
debería ser así, muchas veces es todo lo contrario. Cierto que el placer de
servir, de ser útil, es inapreciable y hace que valga la pena cargar con
cualquier dificultad.
Seguro el mayor de los ejemplos nos lo brinda Cristo y
su Cruz. Nadie ha podido hacer un mayor bien que redimir a la humanidad. Jesús
nos salvó y seguro que todo su amor lo movió a ese sacrificio. Él sabía que
para eso había venido al mundo, pero también sabía que el dolor iba a ser
inmenso. Y me atrevo a pensar que, aún en medio de esos dolores, su espíritu
gozaba sabiendo que nos estaba haciendo el más grande de los regalos.
El ejemplo de Cristo y de tantos hombres y mujeres que
desgastan su vida haciendo el bien en medio de dificultades y hasta persecuciones,
nos sirva para recordar el lado malo de lo bueno, sabiendo que siempre será más
grato hacer el bien, servir, luchar por un ideal noble, que quedarse cruzado de
brazos para evitarnos cualquier dolor.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
Qué bueno tener sus reflexiones de vuelta!
ResponderEliminar