"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

miércoles, 18 de abril de 2012

De la tierra al Cielo LXIX - Mis zapatos viejos

Me gustan mis zapatos viejos. Claro no me gustan por lo viejos, sino porque ya me he acostumbrado a ellos. Están ablandados, se acomodan perfectamente a mis pies. Es cierto que están que dan pena: raspados, bien arrugados, un poquito rotos … pero no me da vergüenza y me los sigo poniendo.

¿Qué está mal? Ya me lo han dicho tantas veces y hasta me ofrecen comprarme unos nuevos. Pero ya sabes como es, los zapatos nuevos te hacen doler los pies, son incómodos aunque lucen mejor que los viejos. A veces es mejor sacrificar la elegancia por el confort.

¿Qué me hacen daño? Bueno eso también lo sé. Estoy consciente que necesito una buena horma para poder caminar correctamente, así estoy cuidando la columna y las articulaciones. Pero a lo mejor basta con poner de mi parte y pisar bien. Total con lo mal que están las veredas y ni hablar de las calles.

Sé que no tengo razón, que no es lógico lo que afirmo, pero me cuesta tanto desprenderme de mis zapatos viejos. Y pensar en ello me ha hecho reflexionar sobre la Pascua.

Cristo nos ofrece una vida nueva y a nosotros nos sigue acomodando mejor la vieja. Aunque sea hueca y arrugada, es más fácil quedarse ahí que asumir el reto de renovarse. Pero Jesús ha venido a hacer nuevas todas las cosas y mi vida está incluida. No se trata de comodidad o elegancia, sino de felicidad, de plenitud, de amar y ser amado.

Sé lo que es mejor para mi, lo comprendo y hasta puedo decir que lo deseo. Sin embargo me cuesta tanto desprenderme de mi “hombre viejo”. Pero aunque me duela un poquito ya mis zapatos no dan para más, así que o me pongo los nuevos o camino descalzo. 

¿Y tú qué piensas hacer con tus zapatos viejos?
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos … ustedes

1 comentario:

  1. muy interesante curita, muy interesante...abrazos papá

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