"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

lunes, 2 de abril de 2012

Reflexionando el Evangelio: ¿Qué pensabas? - Domingo de Ramos

Queridos Hermanos:

Hemos celebrado el domingo de ramos con la alegría de entrar en la Semana Mayor. Hemos leído la Pasión del Señor y recordado algunos momentos que marcaron la historia de la humanidad. Un momento muy importante y conmovedor fue la Última Cena, ese momento intenso durante el cual Jesús abrió su Corazón a los Apóstoles. Dos de ellos seguro que tenían mucho que pensar.

Jesús anuncia que uno de sus amigos más cercanos lo iba a traicionar. Una noticia que de seguro preocupó a todos. Sólo Judas sabía que era de él de quien hablaba el Maestro. Cuántos pensamientos habrán cruzado por su cabeza. Seguro que se habrá preguntado cómo se había enterado el Señor y por qué no lo denunciaba delante de todos. Sin embargo, ninguno de esos pensamientos lo detuvieron. Él ya tenía su plan y no se echaría para atrás. Lamentable determinación.

Pero Jesús también anunció que otro Apóstol lo negaría y en este caso no mantuvo oculta su identidad. San Pedro era sincero cuando le aseguraba que estaba dispuesto a morir por Él, no estaba exagerando. Amaba con toda su alma a su Maestro y ya había intentado impedirle ir a Jerusalén, quería mantenerlo al seguro a toda costa. De seguro la afirmación de Jesús lo habrá dejado muy preocupado. Él creía en la Palabra de Jesús y su afirmación lo habrá dejado angustiado.

Delante del escándalo de la Cruz, nosotros podemos ser como Judas o como San Pedro. Tendríamos que revisar nuestros pensamientos. Es fácil juzgar a Judas, pero a veces hace bien ponerse en sus zapatos. Podemos “vender” al Señor de muchas formas. No voy a hacer una lista de ejemplos, pero estoy seguro que ayer mientras se leía la Pasión, algunos pensaban en el paseo al mar o a la sierra, al plan para “aprovechar” el feriado, porque los días santos se “venden” como vacaciones.

Estoy convencido que ustedes se identificarán más bien con San Pedro (no creo que tenga muchos “Judas” que leen este blog). Seguramente ayer mientras celebrábamos el inicio de la Semana Santa, pensábamos en todo lo que Jesús ha hecho por nosotros y también en lo que nosotros haremos por Él. Pero tenemos que recordar que así como San Pedro, con las mejores intensiones, también somos muy capaces de negar al Maestro.

La gran diferencia entre Judas y Pedro, es que mientras el primero no creyó en la misericordia del Señor, San Pedro esperó en la misericordia de Cristo y fue perdonado, además de confirmado en su misión.

Al iniciar estos días santos, nos ponemos en las manos del Padre, para que nos guíe a las profundidades de los misterios que celebraremos. Al mismo tiempo nos confiamos a su misericordia porque nos reconocemos frágiles y volubles, con un espíritu emprendedor y una carne débil.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

3 comentarios:

  1. Usted escribe palabras que nos llenan el corazón y nos hacen reflexionar de alguna manera en nuestras vidas.... Gracias Padre César.... por ser un buen guía espiritual

    ResponderEliminar
  2. Padre Cesar, es muy cierto lo que dice, me incluyo entre las personas,que llegadas estas fechas, va a buscar un poco de esparcimiento fuera de la ciudad,con la familia, pero sin olvidarnos de estar en la iglesia,y entregarnos de lleno a la oracion y reflexion de lo que esta semana Mayor significa, participamos de la procesion del viacrucis y de la veneracion de la Cruz. Estara mal compartir ambas?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dicen que el que mucho abarca poco aprieta. Es mejor dedicarse al espacimiento cuando corresponde. Los días santos son días para la oración y la reflexión en familia, pero sin olvidar que nuestra familia hace parte de una comunidad parroquial. Lo mejor sería no mezclar vacaciones con Semana Santa.

      Eliminar