"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

martes, 10 de julio de 2012

De la tierra al Cielo LXXIII - Lo bueno de las despedidas


Las despedidas encierran una alta dosis de tristeza. Separarse de los seres queridos, de los amigos, dejar atrás una parte de la propia historia, todo parece reportarnos al dolor de la partida. Bien dicen que “partir es morir un poco”. Todos quienes hemos vivido esa experiencia (algunos más de una vez) podemos confirmarlo. Sin embargo, en ésta ocasión, quisiera detenerme en un aspecto hermoso de las despedidas, uno que he descubierto en los últimos días.

Dicen que hay que encontrarles su lado bueno a las cosas, aunque parezca que algunas no lo tienen. Un amigo me dijo que la separación nos ayuda a valorar mejor la amistad, a darnos cuenta de la importancia de quien tenemos cerca y que a veces, por esa misma cercanía, nos es difícil valorar.

Las despedidas me han permitido sentir el cariño de todos de una manera mucho más patente. Cuando uno se despide deja fluir, en palabras y afectos, todo lo que lleva en el corazón. No sabemos cuando volveremos a estar cerca o si podremos volvernos a reunir, y quizás sea eso lo que nos impulsa a sincerarnos. Podría ser también el sentimiento de gratitud o la conciencia de que la relación, ahora con distancia de por medio, se podría ver debilitada y es mejor dejar “sentadas” las bases de la misma. Sea como sea la despedida se convierte en un despliegue de sentimientos positivos, nobles y auténticos, que renuevan y refuerzan el vínculo de quienes se aman.

Es cierto que partir es morir un poco, pero es también cierto que la despedida de brinda un “plus” que te impulsa a emprender un camino nuevo. El afecto sincero y abundante, las abrazos más numerosos y fuertes que nunca, los buenos deseos y bendiciones, detalles, presencia, lágrimas, todo en conjunto hacen que la despedida sea, al mismo tiempo, dolorosa y vigorizante, llena de un amor que te hace llorar.
¡Gracias sean dadas a Dios que nos ha hecho capaces de amar!
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos … ustedes

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