"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

lunes, 29 de agosto de 2011

Profetas de nosotros mismos - Sin Pelos en la Lengua.

Hoy en día muchos hablan del deber que tenemos los cristianos de ser profetas. Casi siempre lo relacionan con denunciar el mal social o el pecado de otros. Es verdad que los profetas en la Biblia corregían al pueblo de Dios y los llamaban a penitencia. También es verdad que muchas veces el pueblo persiguió a sus profetas y no descansó hasta matarlos. ¿Pero es que el profeta es sólo alguien que denuncia, que te saca en cara las culpas o es algo más?¿Será que la única forma de vivir la dimensión profética de nuestra fe es esa?

Me lo he preguntado muchas veces y aunque no estoy seguro de tener todavía la respuesta exacta, creo que me voy acercando. Caminando por las calles de Sevilla he podido visitar no sólo los lugares que marcaron al vida del Beato Manuel González, sino también de Santa Ángela, de la Beata María de la Purísima y del Beato Cardenal Spínola. Y creo que a todos los que pasan por aquí sus vidas, su testimonio, nos reclama santidad. Son profetas que nos muestran que es posible ser santos, que la llamada a servir, a amar a Dios y al prójimo, son universales. Sus historias nos piden a gritos dejar la mediocridad y luchar por ser fieles. Fueron profetas con sus vidas donadas el Evangelio y lo siguen siendo cada vez que los recordamos.

Y es que cada uno tiene que ser profeta de sí mismo. Basta con leer la vida de un santo y empaparse de su testimonio. Basta con ser sinceros cada noche al hacer nuestro examen de conciencia. Basta con transformar nuestra vida y asemejarla a la de Cristo, que ya eso será una denuncia para quien no lo sigue.

Dios no nos pide salir a la calle a gritarle sus pecados a nadie, pero sí a revisar nuestra conciencia, a juzgarnos a nosotros mismos, a ver la viga que tenemos en el ojo y que nos tenemos que quitar. Para poder cambiar el mundo hemos de cambiarnos a nosotros mismos y esa es seguramente la tarea más difícil. Pidamos a Jesús que nos haga lo suficientemente valientes como para poder profetizarnos a nosotros mismos.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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