"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

lunes, 7 de junio de 2010

Reflexionando el Evangelio - Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

Queridos Hermanos :

Creo que fue San Agustín quien dijo que nadie ama lo que no conoce y estoy plenamente de acuerdo. Celebrar la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de nuestro Redentor es una magnífica oportunidad para evaluar cuánto lo conocemos y cuánto lo amamos.

Todo la acción y por ende, misión de la Iglesia, tiene en la Eucaristía su fuente y su culmen. De ella parte y hacia ella se dirige, pues es el mismo Cristo y la Iglesia vive para Cristo. Claro está que cuando hablo de la Iglesia, hablo de cada bautizado, de cada uno de nosotros.

Muchas veces, en conversaciones con hermanos en el sacerdocio el tema que se lleva mucha de nuestra atención es la presencia de los fieles en la parroquia. Es notable el bajo porcentaje de católicos que asisten asiduamente a la Misa dominical. Ni hablar de los pocos que lo hacen a diario. Largas reflexiones para sacar variadas conclusiones, razonadas explicaciones de esta falta de espíritu eucarístico.

Para mí no es necesario darle muchas vueltas: nadie ama lo que no conoce. Para muchísimos católicos la Misa no pasa de ser un rito, una representación de la Ultima Cena y la Eucaristía un pedazo de pan que simboliza el Cuerpo de Cristo. A mi tampoco me gustaría ir a ver cada semana la misma obra de teatro, por muy buena que fuera, ni comer siempre el mismo pedacito de pan, cuando me podría comprar una pizza en la esquina. El problema es el desconocer, la ignorancia.

La Eucaristía es el Misterio de nuestra fe. Eso lo sabemos, lo creemos. Pero es necesario encarnarlo en nuestra vida, se tiene que notar en nuestra relación personal con Jesús Sacramentado. Preguntémonos esto :
- ¿Procuro entender la Misa ? No será que me distraigo precisamente porque aún no entiendo bien que es lo que sucede en ella.
- ¿Por qué comulgo sólo los domingos si puedo hacerlo a diario? No será que mi comunión es mecánica o que todavía no tengo hambre de Dios.
Y la lista podría ser mucho más larga, pero creo que para muestra bastan esas dos.

Cada quien debe ser primero responsable de nutrir su propia fe, para a continuación, ayudar a los demás. Son muchos los hermanos nuestros que no viven la Eucaristía, simplemente porque no la comprenden. ¿Quién puede tener un corazón tan duro como para rechazar a un Dios que se hace pan?
Los espero en Misa.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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