Los que me conocen saben que soy muy observador y que casi nunca se me escapan los detalles. Hoy mientras regresaba de la universidad ví algo que me hizo pensar, y no les puedo negar, también me indignó un poco.
Un hombre vestido con una especie de toga, de color naranja palido (no sé si era el color original o estaba desgastada) ofrecía por la calle unos libros para promover su mensaje. La verdad es que estos detalles no son lo que me llamó la atención, sino la reacción de quienes lo veían pasar. La mayoría de las miradas expresaban una mezcla de burla y lástima. No faltó alguno que mostró una actitud de molestia ante la presencia de aquel hombre.
Quizás la actitud de rechazo me parece más comprensible. Según la visión consumista, individualista, egocéntrica y hedonista que muchos poseen, la presencia de alguien así te molesta. Lógico es que produzca esa reacción, pues quien tienes en frente te recuerda todo lo que no eres. Encontrarte con alguien para quien lo que cuenta no se puede contar, para quien la vida es más que lo material, es algo molesto.
Lo que sí me indignó fue la actitud de burla lastimosa, esas risitas irónicas me parecieron terribles. Burlarse de quien ha sido capaz de entregar su vida por un ideal, es una bajeza. ¿Desde cuándo el tener valores espirituales es motivo de burla? ¿Cuándo pasaron a ser los materialistas mejores personas que los idealistas? ¿Quién ha dicho que la vida sencilla es menos valiosa que la gira alrededor del consumo?
La verdad es que ya va siendo hora de que reaccionemos. Nuestro testimonio debe ser cada vez más radical. Yo admiro y siempre admiraré a quienes consumen su vida por un ideal. Así es como han surgido en la historia los santos, los héroes, los próceres. A esos les hemos hecho monumentos, pero a los de hoy les están haciendo muecas.
Un hombre vestido con una especie de toga, de color naranja palido (no sé si era el color original o estaba desgastada) ofrecía por la calle unos libros para promover su mensaje. La verdad es que estos detalles no son lo que me llamó la atención, sino la reacción de quienes lo veían pasar. La mayoría de las miradas expresaban una mezcla de burla y lástima. No faltó alguno que mostró una actitud de molestia ante la presencia de aquel hombre.
Quizás la actitud de rechazo me parece más comprensible. Según la visión consumista, individualista, egocéntrica y hedonista que muchos poseen, la presencia de alguien así te molesta. Lógico es que produzca esa reacción, pues quien tienes en frente te recuerda todo lo que no eres. Encontrarte con alguien para quien lo que cuenta no se puede contar, para quien la vida es más que lo material, es algo molesto.
Lo que sí me indignó fue la actitud de burla lastimosa, esas risitas irónicas me parecieron terribles. Burlarse de quien ha sido capaz de entregar su vida por un ideal, es una bajeza. ¿Desde cuándo el tener valores espirituales es motivo de burla? ¿Cuándo pasaron a ser los materialistas mejores personas que los idealistas? ¿Quién ha dicho que la vida sencilla es menos valiosa que la gira alrededor del consumo?
La verdad es que ya va siendo hora de que reaccionemos. Nuestro testimonio debe ser cada vez más radical. Yo admiro y siempre admiraré a quienes consumen su vida por un ideal. Así es como han surgido en la historia los santos, los héroes, los próceres. A esos les hemos hecho monumentos, pero a los de hoy les están haciendo muecas.
"Quien no vive como piensa, terminará pensando como vive."
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
elcuradetodos ... ustedes
Lo sigo felicitando...
ResponderEliminarMuy lindo mensaje