"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

lunes, 9 de agosto de 2010

Reflexionando el Evangelio - Domingo XIX del Tiempo Ordinario


Queridos Hermanos:

Jesús nos habla de aquello en que hemos puesto nuestro corazón, pues donde está nuestro tesoro, ahí está nuestro corazón. Si queremos encontrar un modelo a seguir, tendríamos que fijarnos en el Sagrado Corazón de Jesús.

No es difícil descubrir cuál es el tesoro de ese corazón divino. Basta con mirar la Cruz para etender que Su tesoro somos cada uno de nosotros. Basta con recordar que ese sacrificio del Calvario, se actualiza cada vez que se celebra la Santa Misa. Basta con contemplar a todo un Dios, hacerse pan para alimentarnos y dejarse guardar en el Sagrario para que su presencia nos siga dando aliento.

Ese es el modelo a seguir. Nuestro corazón puede ser como una bodega de tesoros, y eso no quiere decir que estamos bien. Podemos almacenar un sinfin de personas y cosas en nuestro corazón, pero las personas pasan y las cosas se acaban. Por eso Jesús nos recuerda que debemos acumular tesoros en el Cielo, donde no se extinguirán nunca.

Así como cada uno de nosotros es el centro del Sagrado Corazón, sólo Él debe estar en el centro del nuestro. Así cada día sabremos vivir sólo para agradarle a Él. Sólo de esa manera acumularemos tesoros en el Cielo, pues cada día procuraremos hacer las obras de bien que Dios nos encomienda, aprovechando cada oportunidad que se nos brinde.

Revisemos con frecuencia nuestro corazón y cerciorémonos de que sea Cristo nuestro tesoro. El mejor momento es durante la oración de cada día. Pidamos al Espiritu Santo su luz, para poder enderezar todas nuestras intenciones, todo nuestro afecto y nuestra devoción, a Jesús y sólo a Él.

Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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