"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

lunes, 23 de agosto de 2010

Reflexionando el Evangelio - Domingo XXI del Tiempo Ordinario


Queridos Hermanos:
En el evangelio de este domingo, el Señor nos invita a esforzarnos y a entrar por la puerta estrecha, que es la que lleva a la salvación. Pero es verdad que muchos se esfuerzan y de muy distintas maneras, aunque salta a la vista que no se esfuerzan en lo que realmente cuenta para la vida eterna.
La sociedad actual siempre está impulsándonos al esfuerzo. Ya no es extraño ver a personas bastante maduritas, emprender nuevos estudios (masterados, diplomados,etc) cuando ya parecería que no era necesario. Así como con el estudio, crece el esfuerzo por el trabajo, buscando mejores empleos, con mejores pagas. Vivimos en un medio donde se nos lleva por el camino del esfuerzo.
Sin embargo, aunque el trabajo, la prosperidad material y el estudio, son cosas positivas, nos podemos estar yendo por el camino errado. Por eso y para desarrollar bien la reflexión de hoy, debemos tomar el mensaje de la segunda lectura, de la carta a los Hebreos. Allí se nos habla de la corrección.
Dios, que es el mejor de los padres, nos corrige. Dice la lectura que el buen padre da azotes a su hijo para corregirlo. Creo que a todos nos ha pasado de alguna manera. Dios nos ha movido el piso, nos ha "zamarreado" alguna vez. Y son esos momentos los que nos hacen reaccionar y comprender que es lo que verdaderamente cuenta. "Los últimos serán los primeros" dice el Señor. Quizás para el mundo vale poco una persona que se preocupa más por su vida espiritual que por la material. Quien procura enriquecerse en buenas obras y no en posesiones materiales, podrìa ser considerado un tonto. Pero, aunque el mundo nos considere últimos, nosotros sabemos que para Dios estamos primero, pues nos estamos esforzando por entrar por la puerta estrecha.
Dejémonos corregir por Dios y agradezcamos a los hermanos que nos ayudan a ver el camino. Recuerden que la corrección fraterna siempre es una obra de misericordia que hay que saber agradecer y saber practicar también. Seguramente así daremos abundantes frutos.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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