"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

miércoles, 6 de abril de 2011

Sin Pelos en la Lengua - Cristianismo incoloro, inodoro e insípido.

Hace unos días me contaron una anécdota, digamos pedagógica por no ponerle un adjetivo que pueda ofender a alguien.

Resulta que una parroquia había recientemente cambiado de párroco. El párroco anterior ya muy anciano y enfermo hacía tiempo que se veía limitado sólo a celebrar la Santa Misa y a confesar. Sus achaques le impedían hacer las demás tareas que como pastor de una comunidad le correspondían. Era tiempo de darle espacio para descansar y una tarea más acorde a sus años. El obispo nombró como nuevo párroco a un sacerdote joven.

Este padrecito no se estaba nunca quieto. La energía y el entusiasmo de su ministerio recién estrenado lo mantenían al pie del cañón. Además de la Misa y las confesiones, visitaba los hogares, organizaba la catequesis, se paseaba por las escuelas, por los parques y hasta por el hospital que estaba cerca de su parroquia. Es decir que sus feligreses lo veían “hasta en la sopa”.

Después de unos meses se escuchó el lamento de una señora entradita en años: “Como extraño a nuestro párroco anciano. Ese es el sacerdote que necesita esta parroquia, uno que no ve, no oye y no habla.”

Para muchos cristianos ese es el ideal. Me hago eco del dicho, que según yo está muy mal dicho, “Si de la vida quieres gozar: ver, oír y callar”. Si fuese correcto ¿donde dejaríamos entonces la misión profética que recibimos en el bautismo?

Delante del error el cristiano debe reaccionar. Recuerdo como, antes de la aprobación de la nueva constitución en Ecuador, monseñor Antonio Arregui alzó la voz para denunciar que incluía leyes contra la moral cristiana. Hoy cuando se promueve en todo el país una campaña que promueve la inmoralidad y la muerte, siguen siendo nuestros pastores los primeros en hacer escuchar la voz de la Madre Iglesia, que defiende a sus hijos. Y nosotros no podemos quedarnos callados, porque el silencio nos hace cómplices.

No existe el cristianismo incoloro, inodoro e insípido. Somos sal de la tierra, luz del mundo y fermento en la masa. Dios nos llama a ser profetas, portadores de Su mensaje.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos … ustedes

1 comentario:

  1. Claro y concreto....sin pelos en la lengua.Te felicito. Tú orgulloso papá. ABRAZOS

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