"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

sábado, 22 de octubre de 2011

De la tierra al Cielo LIII - El abrazo "Huella"

Continuando con nuestra clasificación de los tipos de abrazos llegamos al que hemos titulado “el abrazo huella”. Es uno de los abrazos más intensos y que, como su nombre lo indica, busca dejar una huella.

Cada uno de nosotros es un ser, compuesto de cuerpo y alma. Nuestro ser es original e irrepetible, pero tanto el alma como el cuerpo están sujetos a cambios. El alma, por ejemplo, puede evolucionar. Mientras más en comunión con Dios se encuentra más perfecta es. Aunque siempre será la misma alma, cualitativamente puede mejorar y hasta empeorar, pero no dejar de ser esa específica alma.

Con el cuerpo sucede algo parecido. Existen también factores que lo pueden hacer cambiar, aunque siempre será el mismo. Aunque lo que nosotros amamos en una persona no es el cuerpo, sino el alma, es el cuerpo lo que podemos ver y abrazar. El alma es espiritual, mientras que el cuerpo es materia.

Ahora, teniendo en cuenta lo anterior, imagínense lo que pasa cuando sabemos que ese ser al que amamos se va a alejar por algún tiempo de nosotros. Obviamente nadie quiere tener lejos a sus seres queridos, no sólo por temor a no volverlos a ver, sino porque normalmente el amor nos hace necesitar a las personas amadas. De ahí que quienes se aman quieran estar siempre cerca. Igual que Dios y nosotros. De ahí surge el “abrazo huella”.

Cuando vemos que una separación es inevitable, abrazamos con fuerza, como queriendo que el cuerpo del ser amado deje una huella en el nuestro, un sello, una impronta. Es como querer conservar su ser. Por eso este tipo de abrazo se lo puede ver mucho en las estaciones de los medios de transporte, cuando la gente sabe que no se verán por períodos largos o temen no volverse a ver.

Dos detalles de este tipo de abrazos es que suele durar un poco más de lo normal y puede incluir lágrimas. Muchas veces va acompañado de besos también. Es sumamente emotivo pero necesario tanto para el que parte como para quien se queda. Al final es como un esfuerzo por quedarse con algo del otro, con su huella.

Desde mi experiencia personal puedo decir que este tipo de abrazos tiene un efecto especial en quien parte. Le da ese “plus” necesario para afrontar una nueva experiencia, para sobrevivir lejos de los seres queridos. Al final volvemos a confirmar el poder infinito que tiene el abrazar y anhelamos ese abrazo que nos dará el Padre Celestial cuando lleguemos a su Reino.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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