"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

lunes, 17 de octubre de 2011

Reflexionando el Evangelio: ¿A quién perteneces? - Domingo XXIX del Tiempo Ordinario

Queridos Hermanos:

Justicia es dar a cada quien lo que le corresponde. Cuando Jesús dice "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" surge instantánea una pregunta: ¿yo soy del César o soy de Dios? Y es que sin responder esa cuestión, jamás sabremos que hacer frente al imperativo de Cristo.

Y es que en nuestra vida pueden existir muchos "césares", muchos emperadores que rivalizan con Dios, quitándole la centralidad en nuestras vidas. Podríamos enumerar los más comunes.
¿A quién perteneces?

El primer "césar" somos nosotros mismos. Podemos girar alrededor de nuestra propia órbita, dejando fuera de su radio a Dios y a todo prójimo existente. El egoísmo es un terrible emperador, un tirano que nos separa de todos y nos convierte en seres estériles, encerrados en nuestra realidad paralela.

Los siguientes tres "césares" son los también conocidos como enemigos del alma: mundo, demonio y carne. Cada uno de ellos es perfectamente capaz de asumir el control total sobre nuestras vidas, adueñándose de nuestra voluntad y excluyendo de nuestra existencia a Dios.
Otro "césar" peligrosísimo es el dinero, otro el hedonismo y así podríamos alargar la lista mucho más. Lo que hoy tenemos que hacer es definir a quién pertenecemos, si somos del César o somos de Dios.

Cristo nos ha comprado con su sangre, lo que de hecho nos hace ya pertenecerle. Sin embargo nos deja libres para que seamos nosotros quienes decidamos si queremos pertenecerle o marcharnos con algún emperador. Y es que Dios no nos exige, aunque seguramente sufrirá mucho viendo que muchos se alejan de Él y por lo tanto, de toda la felicidad que sólo Él puede darnos. 

Pertenecer a Jesús no significa ser exonerados de la cruz que a cada uno le toca llevar. Pero nada se compara al saber que somos de Dios, que nos podemos abandonar en los brazos de un Padre que nos ama sin condición, del Buen Pastor que nos llevará a los verdes campos y nos protegerá del maligno. No somos huérfanos, no somos como un trasto abandonado que nadie quiere recoger. Somos pueblo de Dios, somos Iglesia, somos hijos.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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