"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

martes, 10 de enero de 2012

De la tierra al Cielo LXV - La "santa indiferencia"

Cada año el agricultor repite el ciclo de su trabajo. Preparar la tierra, sembrar, cultivar y al final, cosechar. Aunque tiene dominio sobre su labor, no lo tiene sobre el clima, del cual depende el fruto. Si ese año habrá buen tiempo, su esfuerzo se verá recompensado con una abundante cosecha, mientras que si es al revés, probablemente todo su sudor no obtendrá nada. 

Pero a pesar de esa incertidumbre el agricultor siembra cada año con la misma ilusión. Si el anterior fue bueno y el fruto abundante, seguro que tendrá en su rostro la sonrisa de la satisfacción. Si, en cambio las cosas le fueron contrarias, sembrará con la esperanza de que ésta vez la semilla que deposita no se quedará sin fruto. Es cuestión de no detenerse después del éxito, ni dejarse vencer por el fracaso. Ninguna de las dos opciones debe detener la marcha, ni alejarnos del cumplimiento de nuestra misión. A eso lo llamamos “santa indiferencia”.

No tiene nada que ver con la otra indiferencia, esa que es hermana del desinterés y la pasividad. No se trata de que no nos preocupemos por el otro y que nos quedemos impávidos ante el sufrimiento ajeno. Significa que ni lo bueno, ni lo malo que pueda pasar nos detendrá. Nada hará la diferencia. 

Quien adquiere ésta virtud es alguien en quien se puede confiar, que no cambia, que es estable. Que delante a un acierto, a los aplausos, al reconocimiento, no se engrandece. Que cuando experimenta el fracaso o ve la empresa por la que se desvivió caerse a pedazos y tiene que volver a empezar, lo hace con la misma energía y esperanza con que lo hizo la primera vez, o hasta más, puesto que ahora habrá adquirido más conocimientos y experiencia.

El sembrador sabe que su misión es sembrar, cada año con el mismo tesón. Será Dios quien disponga las características de la cosecha, que al final es siempre para Él. Sigamos sembrando entonces, no con la ilusión de cosechar, sino por amor a quien nos ha dado la vida y nos ha enseñado que lo que realmente cuenta no es el resultado sino el servir.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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