"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

miércoles, 8 de febrero de 2012

Sin Pelos en la Lengua - Ateos admirables

Dicen que uno admira en los demás precisamente las cualidades de las que uno carece. Yo estoy bastante de acuerdo con la idea. Desde hace algunos meses he entablado amistad con alguien que asegura que es ateo, que afirma con toda seguridad que no existe ningún ser espiritual superior, ni vida después de la muerte, ni premio o castigo en un más allá que considera frutos de la imaginación.

Charlamos de cosas varias, casi siempre de temas poco profundos. La verdad no es el primer ateo que conozco y siempre me producen la misma admiración. Me ha tocado confirmar que son personas de bien, como cualquiera que respete las reglas básicas de convivencia humana, pero carentes de fe y de esperanza. Aún así viven su vida como cualquiera de nosotros y eso me parece admirable, porque yo sería incapaz.

Llámenme como mejor les parezca: cobarde, dependiente, pusilánime, pero yo no sería capaz de seguir adelante en este mundo si no tuviera fe y esperanza. Estoy convencido de que si me quitaran esos dos pilares mi vida simplemente se derrumbaría, porque soy perfectamente consciente de que no tendría la fuerza ni para levantarme de la cama.

La fe, no sólo de creer en la existencia de Dios, sino de creerle con entera consciencia. Saberlo presente y actuante, con una providencia atenta a todo lo que sucede en la creación. Saber que me ama con predilección y que su paciencia y misericordia son infinitas, me permite levantarme cuando he caído y confiar en que siempre tendré una nueva oportunidad. Fe en su presencia en la Eucaristía que me nutre, me acompaña y me recuerda que Dios se hizo hombre para redimirme.

No podría seguir adelante sin la esperanza de una vida después de la muerte. Una vida eterna, mejor que esta, donde la muerte no existirá, ni la enfermedad, ni e sufrimiento, ni el mal. Donde todos seremos plenamente felices. La esperanza de volver a encontrar a mis seres queridos que ya partieron, de volverlos a ver y de poder compartir otra vez con ellos. La confianza de que todo eso que nos ha sido prometido se cumplirá me motiva a seguir luchando, a construir y a sembrar.

Quizás sea cierto que soy un cobarde, que dependo de Dios y de sus promesas, pero no me avergüenzo. De todas formas admiro la valentía de quienes pueden vivir sin lo que yo no sería capaz ni de dar un paso. De todas maneras oro para que conozcan lo bueno que es Dios, ya que son tan valientes seguro que si lo aceptasen su valentía sería aún más grande y serían todavía más admirables.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

1 comentario:

  1. padreCESAR,muchos saludos llenos de muchas bendniciones,me alegra saber de ud,y hoy ha sido la oportunidad, de conocer de sus actividades,y veo que sigue imparable, màs dinamico que nunca,reciba saludos de angelito gabriel.Que mi Dios lo siga llenando de mucha sabiduria y bendiciones,hasta pronto P. Cèsar.

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