Queridos Hermanos:
Hoy la Iglesia nos invita a reflexionar la Palabra,
partiendo en la primera lectura con la llegada de San Pablo a Jerusalén. Los
cristianos no podían creer que quien los había perseguido tan encarnizadamente,
ahora fuese también discípulo de Cristo. Pero lo que no sabían es que esa
conversión tan radical, era fruto de un encuentro personal con el Señor y
también de tres días de ceguera y ayuno. Así fue como Dios “podó” ese sarmiento
de su Vid, para que diera mucho fruto.
En el Evangelio de hoy, Jesús se compara con la Vid,
afirmando que el Padre es el Viñador y nosotros somos los sarmientos. Y nos
recuerda, como sucede en la realidad, que los sarmientos que no fructifican son
cortados, pues no cumplen con su misión. También los que producen fruto deben
pasar por un proceso doloroso, la poda, pero el fin de ese proceso es ayudarlos
a fructificar más. Dios, a lo largo de nuestra vida, nos poda porque sabe que
es la única manera de que podamos dar lo mejor de nosotros mismos. El problema
es que toda “poda” es dolorosa y nos puede suceder que rechacemos tanto a la “poda”
como al Viñador.
Recuerdo, en mis primeros años de sacerdocio, haber
conocido a un joven enfermo de Sida. Afirmaba que gracias a esa enfermedad
había podido detener su carrera hacia la autodestrucción y descubrir el amor de
sus padres y sobre todo de Dios. Lo recuerdo porque no lo decía con
resignación, sino con verdadera gratitud. Esa enfermedad fue su “poda” y le
permitió dar los frutos que Dios esperaba de Él. Murió feliz, porque a través
de esa enfermedad conoció el verdadero amor.
Nuestro Padre nos ama, más y mejor que nadie. Él sabe
lo que es mejor para nosotros, lo que nos hará felices en esta vida y en la
futura. Basta dejarnos podar, confianza en la sabiduría y el amor del Viñador.
Procuremos vivir con intensidad nuestra vida espiritual, creciendo en comunión
con Dios. Así seremos capaces de agradecer no sólo los bienes, sino también los
“males”, como nos lo enseñó San Pablo.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
Si no hubiese sido por que el viñador conoce a sus retoños tambien yo, este siervo y esclavo del Señor, tampoco hubiera conocido los frutos que da conocer a Jesús, tal vez todavía estaría pensanso lo cruel que es esta vida, renegando, pero esa "poda" me sirvió para saber que estamos destinados a cosas maravillosas cuando estamos en su camino. Gracias mi Señor, solo puedo adorarte, amarte y alabarte por siempre.
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