La ambiciòn es un pecado capital, pero ambicionar cosas espirituales no serìa algo negativo. Ciertamente quien se ha tomado en serio la vida cristiana y quiere amar con corazòn entero a Cristo, siempre busca crecer. Todos ambicionamos lograr realizar obras extraordinarias como las que hicieron los santos.
Este deseo, ciertamente muy de alabar y fermento de grandes empresas apostòlicas, no nos puede hacer olvidar que para llegar a la meta debemos recorrer un camino. El Evangelio de este domingo nos lo recuerda con palabras muy concretas: quien es fiel en lo poco, serà fiel en lo mucho. Es decir que para poder hacer esas grandes obras hacia las que nos sentimos llamados, hemos de comenzar por cumplir con aquellas màs ordinarias, del dìa a dìa.
No serìa lògico pensar que si ni siquiera cumplimos con lo màs esencial, Dios nos vaya a confiar cosas màs grandes. Quizàs con esto entiendan porque tantas veces uno se vuelve demasiado insistente con temas como la oraciòn diaria o la Misa dominical. Si uno no es capàz de cuidar su propia vida interior, jamàs serà capàz de llevar a otro a Cristo.
A mi parecer esta es una de las principales razones del poco afàn pastoral de muchos catòlicos. Tienen muchas buenas ideas, son capaces de proponer grandes soluciones, pero nunca pasan de ahì. De dònde podrìa venir la fuerza para asumir una misiòn, si ni siquiera se lleva con responsabilidad el cuidado de lo màs esencial, nuestra relaciòn personal con Jesùs.
Y si a todo esto le quitamos lo apostòlico, y le dejamos sòlo el hecho de que en cualquier momento de la vida nos puede llegar una desgracia, una adversidad que nos mueva el piso. Quien no ha sido fiel en lo poco, en un momento como esos, se derrumba. Creo que todos hemos presenciado situaciones de èstas, donde hermanos que parecìan tener fe, de un momento a otro se alejan por completo de ella.
Nadie da lo que no tiene, quien es fiel en lo poco, serà fiel en lo mucho. Quien sirve a Dios y sòlo a El, construye su casa sobre roca y no se le caerà. Pero quien sirve a dos patrones terminarà amando a uno y odiando al otro, o simplemente no amarà a ninguno de los dos. Porque para amar se necesita gente que lo entregue todo y los mediocres no son capaces de amar a nadie, ni siquiera a ellos mismos. Disculpen la dureza de la conclusiòn.
Hasta el Cielo.
P. Cèsar Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
elcuradetodos ... ustedes
"La fidelidad posee una alegre prontitud para hacer y sufrir todo lo que Dios quiere y como Dios lo quiere. Esta prontitud radica en la esencia misma del amor".
ResponderEliminarQue Dios nos conceda la gracia de ser fieles hasta el final.
Silvia.