"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

jueves, 24 de febrero de 2011

París ... oh lá lá (parte II)- Septuagésimo Séptimo Informe Cesarial

Mis extrañados ALA:
Nuestras primeras fotos
Los saludo con el aliento de una primavera que poco a poco va anunciando su llegada. No pierdo la esperanza de que junto con ella llegue la tan esperada paz para tantos países que actualmente luchan por mejores tiempos. Ojalá las enseñanzas de tantos grandes hombres y mujeres que en la historia de la humanidad han sabido hacer grandes revoluciones sin recurrir a la violencia. Aunque muchas veces les tocó (y aún hoy les toca) ser víctimas del odio y de la persecución. No es mi objetivo desanimarlos, sino más bien lo contrario, pero seguro que pensar en las grandes dificultades que viven muchos, nos ayudan a ver que las nuestras aunque nos parecen grandes, en realidad son muy pequeñas. Les propongo que ésta sea una semana en que oremos más por la paz y la justicia en el mundo. Y como lo prometido es deuda, ahí les va la segunda parte de la visita a París.
Jornadas organizadas
Campos Elíseos
Como ya les había contado en el informe anterior, cada miembro del grupo de "Los Aventureros" tenía una tarea. A Alvaro, que es el más organizado, le tocó programar los recorridos de manera que no perdiéramos tiempo y no nos perdiéramos nosotros tampoco. Lo importante era aprovechar al máximo el tiempo y las energías (que al final resultaron ser mucho menores que el tiempo). Nos levantábamos tempranito (para mi no es problema, porque soy como las gallinas). No todos gozan de la misma facilidad, pero por respeto a la privacidad no revelaré el nombre de los que padecen "debilidad matinal". Luego de celebrar la Misa con laudes incluido, nos despachábamos el desayuno que nos ofrecía el hotel. Armados hasta los dientes de cámaras de fotos, abrigos, agua y hasta paraguas, salíamos dispuestos a gastar las zuelas de los zapatos.

Nuestros recorridos
Fue así que ya desde el primer día (ni bien llegaditos al hotel) pudimos visitar la Basílica del Sagrado Corazón, el Monasterio de Montmartre, la plaza de las caricaturas, comernos un panqueque con chocolate. Ya caída la noche observar la famosa torre iluminada y espléndida. El martes nos lo gastamos completito en el museo de Louvre. Miércoles y jueves: Notre Dame, La Sante Chapelle, el Arco del Triunfo, los Campos Elíseos, la tumba de Napoleón, El Panteón, San Estienne, el Municipio, la Sorbona, etc. Creo que no se nos escapó nada.

El más allá
Un baño de sol.
Fue tan eficiente nuestro organizador que, a pesar de haber cambiado el cronograma puesto que no debíamos gastarnos todo un día en el museo, logramos recuperarlo después. Y para la mañana del viernes nos tuvimos que buscar qué visitar, porque todo lo famoso ya lo habíamos recorrido. Y decidimos ir al más allá, donde la mayoría de los turistas no llegan. Nuestro destino era la necrópolis de los reyes de Francia, la basílica de San Dionisio. Y resultó ser muy interesante el templo, pero más lo fue el caminar por una zona de París a la que pocos llegan. Pocos turistas, un parque con niños y ancianos, un mercado, centros comerciales. Desde esa perspectiva París no parecía una ciudad extraordinaria. Nos pudimos dar un bañito de sol en un parque y almorzar en un restaurant familiar ... por primera vez en todo el viaje. Y es que la comida era un caso especial.

Sanduchívoros
Hacer este viaje nos representó un desembolso importante. Aunque buscamos la opción más económica, es siempre hacer sudar nuestras modestas billeteras. Así que, habiendo sido advertidos de lo alto de los precios parisinos, nos procuramos una solución. Una de nuestras maletas en lugar de ropa cargaba alimentos. Prosciuto, salame, queso, papitas, maní, salsa, en fin todo lo necesario para armarnos los sánduches que serían nuestra dieta básica. El pan baguete lo comprábamos en una panadería cercana al hotel. No contábamos con que tendríamos la fortuna de encontrar un local de pollo frito (no digo la marca para no hacer publicidad). Comprando el combo familiar, 8 presas y 10 filetes de pechuga, hacíamos dos comidas. En una nos despachábamos las presas, las papas y la bebida. Para la segunda nos hacíamos los sánduches con los filetes. Por el precio de un plato a la carta, comíamos 4 personas dos veces. Y si eso no es ahorro que me vengan a explicar.
Notre Dame

Creo que ya he contado bastante de nuestra primera aventura. Para cerrar el discurso les puedo decir que París es un lugar que vale la pena conocer. Pero aunque sea la más bella de las ciudades nunca habrá para mi una más bella que Guayaquil. Y en eso no se puede ser imparcial, porque no hay lugar como tu hogar.
Hasta el Cielo (que es nuestro verdadero hogar)


P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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