Creo que una de las experiencias más frustrantes debe ser la del campesino frente a un sembrío que no produce. Darse cuenta que todo el esfuerzo del cultivo, de tantos sudores, ha sido inútil, ha quedado sin fruto. Amarga experiencia que podríamos comparar con otras similares, de quien se esfuerza y desgasta esperando ver un resultado que al final no llega.
Es doloroso ver el sufrimiento de los padres de familia que con tanto sacrificio han criado y educado un hijo, que luego viene destruido por los vicios. Quizás todavía me es más familiar la frustración de tantos sacerdotes que no ven los frutos de sus desvelos, frente a comunidades indiferentes o tibias.
Y es que todos actuamos movidos por una motivación, por un objetivo. Cierto que puede ser de los más altruistas, pero siempre esperamos ver resultados. Quien siembra espera cosechar, quien cuenta un chiste espera recoger risas, quien lucha por un ideal espera ver cambios. Es difícil poder concebir una acción 100% desinteresada, que no espere ninguna reacción.
El amor es la fuerza más noble y más grande del universo. Pero aún el amor más grande y sincero tiene un interés: la felicidad del ser amado. Jesús sacrificó su vida en la Cruz esperando como fruto nuestra salvación eterna.
Seguro será frustrante para Él comprobar que a pesar de su entrega hasta la muerte, muchos no la reconocen, no la aceptan y se condenan.
Si hemos experimentado la frustración podremos comprender, aunque sea un poquito, el dolor que ha diario padece Cristo abandonado, incomprendido y hasta rechazado. Su Cruz es la mayor y más perfecta de las entregas, pero aún así muchos siguen pasando indiferentes frente a ella. Seguro que será aún más doloroso cuando los indiferentes nos contamos dentro de su rebaño.
Hasta el Cielo.
P. Cèsar Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
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