"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

jueves, 28 de julio de 2011

Reflexionando el Evangelio: Decidir y elegir - XVII Domingo del Tiempo Ordinario

Queridos Hermanos:

Cristo mismo nos ha dicho que donde está nuestro tesoro ahí está nuestro corazón, y es que no puede ser de otra manera. En el Evangelio del domingo el Señor nos habla del Reino de los Cielos, que debe ser el tesoro de todo cristiano y por el cual lo dejamos todo, porque nada se le puede comparar en valor e importancia. Sin embargo, para hacer esa elección tenemos primero que haber tomado una decisión, la misma que será el fundamento de nuestras elecciones.

En la primera lectura hemos recordado un momento clave de la vida del rey Salomón. Dios le da la oportunidad de pedirle cualquier cosa, podía elegir lo que fuese y él eligió sabiduría para gobernar a su pueblo. Y es que antes de esa elección, ya Salomón había decidido ser un buen rey, como lo había sido su padre David. Esa decisión fue la que le hizo elegir lo que era más importante, lo que realmente le serviría para cumplir su misión. Dios lo bendijo concediéndole la sabiduría y además todo lo que no había pedido.

Cada día de nuestra vida está lleno de elecciones. Desde el momento en que nos despertamos hemos de elegir entre levantarnos enseguida o dejarnos llevar de la pereza. Elecciones que irán forjando nuestra vida: amar u odiar, ser fiel o infiel, perdonar o guardar rencor, etc. Pero cada elección, pequeña o grande, corresponde a la decisión que hayamos hecho, esa que nos define como persona.

La pregunta hoy es si hemos decidido ser cristianos, si hemos decidido servir y seguir a Cristo. Esa será el marco que definirá nuestras decisiones. Será el amor a Dios los que nos mantenga en coherencia con esa decisión y nos llevará a elegir siempre lo que agrada a Dios, lo que nos acerca a Él.

Así como quien vendió todos sus bienes para comprar el campo donde estaba escondido el tesoro, o el mercader de perlas que vendió todas las que tenía para comprar aquella más preciosa. Quien ha decidido ser todo para Dios no se hace problemas a la hora de elegirlo. Al contrario, con rapidez se desembaraza de todo aquello que no lo deja amar a Dios, de cualquier obstáculo o traba que se interpongan entre él y su tesoro.

Que alegría saber que Jesús nos ha puesto el Reino de los Cielos al alcance de la mano, basta decidir darlo todo por Él.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

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