"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

sábado, 27 de marzo de 2010

Reflexionando el Evangelio - Domingo de Ramos


Queridos Hermanos:

Cuando Jesús entra en Jerusalen, montado en un burro, la gente lo recibe con ramos de olivo y hojas de palma que arrancaban en el camino. Aunque ciertamente es lo que nos ha quedado como costumbre, también es cierto que muchos se quitaban su manto y lo ponían en el suelo, por donde el Señor pasaba. Parece un gesto todavía más significativo, pues una rama de un árbol del camino no se puede comparar con el propio manto, que servía para cubrirse del frío, para abrigarse en las noches, para dormir, etc.
Comenzamos la Semana Mayor y Dios nos interpela, espera algo nuevo de nosotros. Seguro que nos ha venido preparando a lo largo de toda la cuaresma, con la esperanza de que llegando a estos días santos, seamos ya capaces de dar el sí. Pero creo que todos nos seguimos preguntando, qué será lo que El espera.
Yo, lo que puedo asegurarte, es que como Dios no hace las cosas en serie, el plan de cada uno es original e irrepetible. Lo que sí te puedo confirmar es que El espera algo de tí, algo importante, algo grande. Y si quieres descubrirlo debes primero estar dispuesto a aceptar lo que sea que te vaya a pedir. Con Cristo no puedes pretender primero saber lo que quiere, para luego (mirando la conveniencia) aceptar o no. Jesús quiere "nuestros mantos", nunca se va a conformar con una rama, por muy bonita que esta sea.
Hoy el Evangelio nos invita a poner "nuestro manto" en el suelo, como señal de nuestra total entrega. Nuestra voluntad será la suya, desde hoy y para siempre. Lo que El quiera, como, cuando y donde El disponga. Lo haremos con alegría y por amor, como lo hizo El, que se alimentaba de hacer la voluntad de su Padre.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

1 comentario:

  1. Es ya el gran inicio de la Semana Santa con el domingo de Ramos le damos gracias a Dios de habernos purificado en estos 40 dias de la Cuaresma
    y recibirlo con el corazon limpio, con la certeza que el sanara nuestras heridas y nos ha reconciliado con el Padre de tal manera que amemos a nuestros hermanos como el nos enseñol

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