Jesús nos ha dejado muy claro que será el amor que reine entre nosotros lo que nos distinguirá como cristianos. Ciertamente que mucho se dice del amor, pero a nosotros nos basta con recordar que Jesús dijo que "nadie ama más que quien da la vida por sus amigos".
Hoy en día se valoran muchas cosas, pero ciertamente hay algo que consideramos de altísimo precio: nuestro tiempo. En una época donde se rinde culto al éxito y donde se vive a las carreras, nadie tiene tiempo que perder, ni tampoco tiempo para dar.
Quizas sea eso precisamente lo que tendríamos que "sacrificar" para poder hacer realidad el amor al prójimo. No basta con buena voluntad o lindos propósitos. Amar al prójimo requiere atención, creatividad, convivencia, es decir, tiempo compartido, tiempo de calidad.
Uno de los males más terribles del mundo actual es la soledad de tantos, ese no sentirse amados, que les va matando la alegría y les consume las ganas de vivir. Es a ellos, a los que sufren, que el Señor nos envía. No nos podemos olvidar que somos instrumentos de Dios y que será a través de ese tiempo que damos, que podremos entregarnos verdaderamente.
No podría terminar esta reflexión sin recordarte que quizás Jesús no sólo quiere una parte de tu tiempo. Habemos algunos que le hemos dado el 100% de nuestro tiempo, le hemos consagrado la vida. Piénsalo bien, quizás tu también eres un elegido, un llamado a darte todo.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
Hoy en día se valoran muchas cosas, pero ciertamente hay algo que consideramos de altísimo precio: nuestro tiempo. En una época donde se rinde culto al éxito y donde se vive a las carreras, nadie tiene tiempo que perder, ni tampoco tiempo para dar.
Quizas sea eso precisamente lo que tendríamos que "sacrificar" para poder hacer realidad el amor al prójimo. No basta con buena voluntad o lindos propósitos. Amar al prójimo requiere atención, creatividad, convivencia, es decir, tiempo compartido, tiempo de calidad.
Uno de los males más terribles del mundo actual es la soledad de tantos, ese no sentirse amados, que les va matando la alegría y les consume las ganas de vivir. Es a ellos, a los que sufren, que el Señor nos envía. No nos podemos olvidar que somos instrumentos de Dios y que será a través de ese tiempo que damos, que podremos entregarnos verdaderamente.
No podría terminar esta reflexión sin recordarte que quizás Jesús no sólo quiere una parte de tu tiempo. Habemos algunos que le hemos dado el 100% de nuestro tiempo, le hemos consagrado la vida. Piénsalo bien, quizás tu también eres un elegido, un llamado a darte todo.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
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