"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

domingo, 5 de diciembre de 2010

Reflexionando el Evangelio - Domingo II de Adviento

Queridos Hermanos:

Nuestro Señor Jesucristo hizo una gran alabanza a Juan el Bautista. Dijo que no había nacido de vientre de mujer, otro más grande que Juan, lo que le da una gran autoridad a las palabras de quién fue el último profeta.

Y es su misión el predisponer al pueblo judío a escuchar la Palabra del Mesías. Cuando hemos podido compartir hoy el pasaje del Evangelio según San Mateo, nos encontramos frente a un personaje que habla frontalmente y sin respetos humanos.

La felicidad está en los frutos
Sus palabras, aunque duras, nos dejan muy claro el camino a seguir. No basta con ser "hijos de Abraham" porque Dios puede sacarlos hasta de las piedras. No basta con ser católico, con tener la fe de bautismo o el certificado de la confirmación. No podemos pensar que basta con eso para tener ganada la vida eterna. Tenemos que dar frutos dignos de conversión y tenemos que darlos todos y siempre.

Frente a esta verdad las respuestas que solemos dar son variadas. Primero hemos de ser conscientes de nuestro deber de dar frutos. No estamos en el mundo para pensar sólo en nosotros y en lo que nos apetece. pertenecemos a Dios y es a El a quien tenemos que rendir cuentas. Nuestra razón de ser es servir a Dios. Y el árbol que no da frutos será cortado. Quien no es capaz de salir de su egoísmo para amar a Dios y a los hermanos tiene que saber que tiene el hacha a la raíz.

Hay quien se siente seguro por los frutos que dio en el pasado, Me lo decía un amigo que aunque ahora no va nunca a Misa, como cuando era joven lo hacía a diario, el Señor ya le tenía recogidos los "frutos". Tendríamos que recordar que el buen árbol fructifica cada año, a su tiempo. Si deja de hacerlo, aunque lo haya hecho antes, hay que cortarlo.

Hay quien, en cambio, se considera imposibilitado de dar frutos. Razones o excusas hay para coleccionar: la edad, la enfermedad, la condición social o intelectual, etc. Me permito recodar la figura de Santa Teresita del Niño Jesús. Murió en la clausura con sólo 24 años. Mientras la tuberculosis la iba minando por dentro, ella ofrecía todas sus molestias y dolores por las misiones y los misioneros. Desde su lecho del dolor dio abundantísimos frutos. Sin salir del monasterio sostuvo la evangelización y por ello la Iglesia la reconoce como patrona de las misiones.

En fin, no podemos quedarnos de brazos cruzados. El adviento es tiempo de conversión, de dar frutos. Cambiar nuestra vida no implica sólo abandonar el pecado, sino salir de nuestro caparazón de egoísmo y cumplir el mandamiento del amor. Eso es lo que nos vino a recordar Juan el Bautista. Es eso lo que nos preparará para acoger a Cristo cada día.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

No hay comentarios:

Publicar un comentario