ABORTISTAS=NUEVOS HERODES

Hoy cuando toda la Iglesia recuerda el martirio de los Santos Inocentes no puedo dejar de recordar a los millones de niños inocentes que son asesinados en el mundo a través del aborto.

Y es que no me parece suficiente reprobar la cobarde decisión de Herodes que, deseando terminar con la existencia del Rey de los Judíos, acabó con todos los niños de Belén y sus alrededores. Su egoísmo, su egolatría fueron tan poderosos que no tuvo ni la más mínima misericordia. Tenía que conservar su trono a toda costa y el precio fue la sangre de tantos pequeños niños.

Hoy en día Herodes sigue presente en muchos que han hecho del aborto su medio de sustento. Son miles los que se lucran a través del más cruel de los negocios. Son Herodes modernos todos los propietarios, promotores y defensores de las clínicas abortivas, que esconden su maldad bajo el slogan de "salud reproductiva".

Y son también Herodes los hombres cobardes que al saber la noticia de que van a ser padres, en lugar de alegrarse y brindar su apoyo a la que endulzaron con versos baratos, huyen de la responsabilidad y la mayoría de las veces son los primeros en proponer el aborto como vía de escape.

No son menos Herodes muchos abuelos que, a pesar de que dicen que las canas que adornan sus sienes son signo de sabiduría, coaccionan de diversas formas a la hija que no quieren ver convertirse en madre soltera. La verguenza y el miedo al "qué dirán", disfrazada de preocupación por el futuro de la muchacha, les llevan a ser los verdugos de sus nietos.

Son Herodes también los que cada vez que la Iglesia defiende los derechos de los niños por nacer la atacan con argumentos absurdos como el de la "soberanía corporal de la mujer"  y también quienes empeñan toda su energía defendiendo algún animal en peligro de extinción, pero cuando se trata  de exterminar bebés no nacidos, se hacen de la vista gorda.

Me da pena decirlo, pero son también Herodías aquellas mujeres que no pudieron  hacer prevalecer su vocación a la maternidad, su deber de custodiar la nueva vida que gestaban. Es a ellas a quienes les debemos todo nuestro apoyo y tantas veces se lo negamos. Cuando comprendan el mal cometido serán como Raquel que llora a sus hijos y no se consuela "porque ya no existen" (Jeremías 31,15).

Lamentablemente son demasiados los Herodes modernos. Y es duro tener que aceptar que el episodio que hoy recordamos se sigue renovando cada día y en todas partes del mundo. No podemos callar, no podemos quedarnos cruzados de brazos.

Hasta el Cielo.

P. César Piechestein

elcuradetodos ... ustedes