"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

lunes, 31 de mayo de 2010

Reflexionando el Evangelio - Domingo Solemnidad de la Santísima Trinidad

Queridos Hermanos :

En la segunda lectura, San Pablo nos recuerda que debemos vivir de la esperanza. Esta es la virtud teologal que nos hace confiar en que Dios cumplirá sus promesas, especialmente la de llevarnos a su Reino, en los Cielos. Pero es interesante cómo el Apóstol nos explica el proceso para poder prácticar esta virtud: de la tribulación surge la paciencia, de la paciencia la virtud probada y de esta la esperanza.

Me parece admirable cómo deja en claro el valor pedagógico de un dolor bien asumido, es decir, una tribulación o sufrimiento que se viven por amor a Dios. Creo que lo podemos relacionar al dolor de Jesús Crucificado, que al asumirlo nos ha dado la razón de nuestra esperanza, pues en la Cruz nos redimió.

Por otro lado, en el Evangelio se nos recuerda el misterio de un Dios único, en tres personas distintas. Recordarlo significa también traer a nuestra reflexión que Dios es familia, es comunión. No tenemos un Dios solitario o individualista, sino uno que nos llama a valorar el sentido comunitario de la existencia, la capacidad de salir del "yo" y ser parte del "nosotros".

Si unimos estas dos ideas, podemos llegar a una profunda conclusión.

El desquicio de la sociedad de hoy se debe principalmente a la ausencia de Dios. Hoy se promueve como ideal de vida el bienestar y la huída permanente de todo lo que signifique sacrificio, esfuerzo o renuncia. Ni hablar del dolor o del sufrimiento. Educados en una escuela así, cuando llega un motivo de tristeza a la vida (que sin duda llegará, tarde o temprano) la persona se desubica completamente, se pierde. El individualista vive en un mundo paralelo, donde sólo existe él, y cualquier problemita le parece universal. El dolor lo cierra todavía más en sí mismo y pierde toda esperanza. Sumido en la desesperación buscará escapar de cualquier manera: alcohol, drogas, sexo, suicidio, etc.

Los cristianos sabemos que el individualismo no es natural al hombre. Nosotros somos trinitarios, amamor a un Dios que es familia y que nos enseña a vivir en comunión con los demás. Somos capaces de entreganos, de renunciar, de sacrificarnos por el otro, porque sabemos lo que significa ser hermanos. De ahí que antes las dificultades de la vida, no nos derrumbamos, mantenemos la esperanza.

Celebrar la solemnidad de la Santísima Trinidad es celebrar que somos familia con y en Dios. Nuestra fuerza es El y nuestra motivación el amor. Toda donación vale la pena, aunque sea dolorosa. Esta vida es pasajera, la vida perfecta está por venir. Esa es nuestra esperanza.

Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

1 comentario:

  1. Interesante reflexión...para tenerla en cuenta...Ah! feliz día curita...para el niño que llevas dentro...que Dios te bendiga siempre..tú papá y mamá...te queremos mucho...besos y abrazos

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