"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

domingo, 26 de diciembre de 2010

Reflexionando el Evangelio - Fiesta de la Sagrada Familia y de San Esteban

Queridos hermanos :

Hoy han coincidido dos fiestas muy importantes: la Sagrada Familia y San Esteban. Seguro que existe un mensaje que entrelaza hoy éstas dos celebraciones. Yo estoy convencido de que la palabra clave es valentía.

Muchos estás convencidos de que si somos fieles el Señor nos hará la vida más fácil. Muchos aún hoy en día mantienen esta idea de que la fe va unida al bienestar. Muchos en lugar de buscar en Dios la fuerza y el valor, sólo buscan refugio y soluciones.
Acojamos a Cristo para llevarlo a los demás.
El Evangelio que hemos leído hoy nos recuerda como, con el Niño Dios recién nacido, José y María tuvieron que huir a Egipto. Era necesario escapar puesto que Herodes quería matar al Mesías. Cuando murió Herodes, aunque pudieron regresar a Israel, no les fue posible volver a su hogar, tuvieron que quedarse en Nazaret. Ni siquiera a su propio Hijo, Dios le facilita las cosas. La vida está llena de obstáculos, no para hacernos caer, sino para entrenarnos, para hacernos más fuertes. Nació en un establo y murió en una Cruz.

San Esteban predicaba con energía, sin descanso, aún sabiendo que su palabra no era recibida con alegría por parte de las autoridades judías. Podía haberse callado y evitarse el problema, pero no habría cumplido su misión. Esa perseverancia le costó la vida. Dios le dio el valor y la sabiduría para continuar. También Dios le dio la misericordia para perdonar a sus verdugos.

Si Dios no exoneró a la Sagrada Familia ni a los santos de las dificultades y sufrimientos de la vida, ¿por qué tendría que hacerlo con nosotros? . Hemos de aceptar que la vida en este mundo no es perfecta, no es "color de rosa". Cada uno tendrá una parte de problemas y sufrimientos que cargar, esa es nuestra cruz. De nada nos servirá rechazarla o pedirle al Señor que la cargue por nosotros. Seguro que Él nos dará la fuerza para llevarla, de hecho nos la ofrece cada día en los sacramentos, en su Palabra y en la oración.

Habiendo concluido el tiempo de adviento, tiempo de preparación, ahora nos toca vivir el tiempo de Navidad, que dura hasta la fiesta del Bautismo del Señor. Este tiempo litúrgico es precisamente para, habiendo recibido a Cristo, llevarlo a los demás. Somos portadores de la Luz. Enfrentemos nuestras dificultades con entereza, sabiendo que Dios está con nosotros e iluminemos el mundo del bienestar, para que entienda que lo que cuenta es el amor. Y no hay amor sin sacrificio, ni sacrificio sin dolor.
Hasta el Cielo.

P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes

1 comentario:

  1. FELIZ NAVIDAD, PADRE. Pido para que siempre lleve a Jesús a los corazones.

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