Cincuenta hombres luchan por evitar la explosión radiactiva de los reactores nucleares de Fukushima. La radiaciòn que a la que estàn expuestos compromete seriamente su vida y ya los reconocemos como héroes. Y es cierto que quien està dispuesto a sacrificar la propia vida para salvar la de otros es un héroe.
Esos cincuenta hombres que reconocemos ahora como héroes han trabajado en esa planta nuclear durante años. Quien sabe cuàntos han pasado por esa planta, hoy jubilados o hasta difuntos. Todos ellos cumplieron su deber y mantuvieron funcionando la planta produciendo energía para su paìs y cuidando de la seguridad de todos. Creo que ellos tambièn deben ser considerados héroes, de un heroísmo cotidiano.
No siempre en nuestra vida tendremos que enfrentar una situaciòn extrema que nos ponga frente a un sacrificio extraordinario. Pero es cierto que la vida cotidiana nos ofrece cada dìa esas pequeñas y no ten pequeñas oportunidades para ejercitar el heroísmo. Es asì que nos preparamos para, si fuera el caso, sacrificar hasta nuestra propia vida.
No interesa que nuestra vida sea brillante, basta que refleje la luz de Cristo. Los grandes héroes son pocos, pero de seguro antes de sacrificar su vida, pertenecieron al grupo de los héroes cotidianos.
No me conformo con las medias tintas. Procuraré aprovechar todas las oportunidades ordinarias para entregarme, con la esperanza de que asì podrè estar preparado para un supremo acto heroico, si Dios me lo pide.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
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