Queridos hermanos:
Al iniciar la cuaresma el Evangelio nos propone un pasaje importantísimo: las tentaciones de Jesús en el desierto. El Señor vence cada una de las tentaciones respondiendo con versículos del Antiguo Testamento. Y aunque las tres respuestas son importantes, creo que la tercera encierra toda la reflexión de hoy: “Adorarás al Señor tu Dios y a Él solo servirás”. Es justamente ésta respuesta la que aleja al demonio, que se da por vencido.
En la primera lectura recordamos el momento en que se cometió el primer pecado. La tentación que movió a Eva a desobedecer a Dios fue justamente la afirmación de la serpiente: “Seréis como Dios”. La raíz del pecado original es la soberbia, es decir, tomar el lugar de Dios. En lugar de adorar al Creador, el ser humano se adora a sí mismo.
La sociedad moderna se ha olvidado de Dios y en su puesto ha colocado al hombre. Se cree que el ser humano es capaz de todo y lo que aún no logra, lo logrará muy pronto. Se camina con la convicción de ser autosuficientes, se prescinde de Dios. Esta es la soberbia humana tan nueva y tan antigua.
Este primer domingo de cuaresma Dios nos invita a tomar una decisión, a escoger ha quien queremos dar culto. Adorar a Dios o adorarnos a nosotros mismos.
Quien escoge el culto a sí mismo, aún siendo cristiano, vivirá una fe “light”, una religión superficial. No estará dispuesto a hacer la voluntad de Dios sino la suya. Su religión no será nunca una relación filial con Dios, sino una simple presentación de la lista de peticiones, exigencias y hasta caprichos, que Dios tiene que proveer, como si fuese un “empleado”. Incluso puede asistir a Misa y recibir los sacramentos, pero su dios será siempre el hombre.
Quien escoge adorar a Dios, escoge el camino correcto, que ciertamente no siempre es el más fácil. Procurará hacer siempre la voluntad de Dios, aunque a veces no lo logre. La regla de su vida será el amor a Dios sobre todo y al prójimo como a sí mismo. Su religión será auténtica y por tanto producirá mucho fruto.
Hoy es necesario que hagamos nuestra elección, pues de ella depende el éxito de nuestra cuaresma. Basta de ser católicos a medias. Este tiempo litúrgico viene lleno de gracias y de oportunidades para cambiar de camino si todavía estamos en el incorrecto o de renovar nuestra elección si estamos en el camino recto. Dios merece el primer lugar en nuestro corazón.
Hasta el Cielo.
P. César Piechestein
elcuradetodos ... ustedes
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