"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

miércoles, 16 de diciembre de 2009

De la tierra al Cielo IV - Pre - Dispuestos

Cuando se trata de interactuar con quienes conpartimos el dìa a dìa (o incluso con aquellos que vemos de vez en cuando) , la predisposiciòn es un factor decisivo para el buen desarrollo de las relaciones humanas . Por ejemplo, cuando uno està enamorado, està tan bien predispuesto hacia la persona amada, que todo lo que aquella haga o diga, le parecerà encantador. Resulta que (sobre todo los primeros dìas) el amor es como una especie de anestesia, que le mantiene insensible ante los defectos o cualquier cosa negativa que posea el objeto de su afecto. Claro, como la moneda siempre tiene dos caras, podemos decir que algo parecido sucede cuando estamos predispuestos contra alguien que no queremos. Esa predisposiciòn nos hace capaces de encontrar todos los peros, la quinta pata del gato y al final, la persona en cuestiòn se nos hace mucho màs odiosa de lo que en realidad es.

Creo que con los dos ejemplos podrìamos concluir diciendo que la predisposiciòn es algo negativo, pero en realidad el problema serìan los extremos. Si nos hicièramos el propòsito de predisponernos a favor de la humanidad, seguramente serìamos capaces de amar al pròjimo sin tantas trabas. Procurar siempre pensar bien de los demàs, manteniendo la esperanza en la buena voluntad (usualmente nadie se equivoca a propòsito), brindando siempre el beneficio de la duda (asì no los declaramos culpables antes de la explicaciòn), recordando que como seres humanos somos limitados (superman es un personaje de ficciòn), etc. Entònces seremos capaces de una convivencia màs saludable y grata ( sin gastritis ,ni ulceras).

Sòlo existe una persona con quien debemos predisponernos al extremo, como los enamorados, y es Jesus. Como en El no hay defecto, El no cambia, y hace tanto por nosotros, podemos predisponernos ciegamente, porque de El lo recibiremos todo. El es capaz de llenar todos nuestros vacìos, todas nuestras esperanzas y anhelos. Abramos plenamente nuestro corazòn a Cristo, no hay nada que temer. Hasta el Cielo.


P. Cèsar Piechestein

elcuradetodos... ustedes

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