"Que no haya nada en tí que no sea lo que de tí se espera" (San Juan María Vianney)

domingo, 27 de diciembre de 2009

Reflexionando el Evangelio - Fiesta de la Sagrada Familia


Queridos Hermanos:


Hemos celebrado ya la fiesta del nacimiento de Jesucristo y la del martirio de San Esteban. Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia y parece justo encontrar la relaciòn entre las tres celebraciones. Lo primero que salta a la vista es el amor que ha movido las obras: amor de Dios que nos ha enviado a su Hijo y amor del Hijo a la humanidad, que lo ha movido a encarnarse; amor de San Esteban a Dios, que lo ha movido a entregarle su vida; y finalmente el amor que se hace palpable en la comuniòn que reina en la Sagrada Familia. El amor es el elemento que se repite y que siempre se debe de repetir. Pero para poder comprender mejor lo que es el amor, debemos aprender otras dos cosas que se repiten tambièn y que no siempre nos resultan tan poèticas como el amor. Estos elementos son el sacrificio y el perdòn.

Cuando nos ponemos a pensar en Belèn y en aquella noche del nacimiento de Jesus, nos cuesta aceptar la pobreza en la que aconteciò tan magnìfico don de Dios. Pero no serìa este el mayor sacrificio. De hecho, que Dios se haga hombre, es el verdadero sacrificio, y màs aun, que se haga hombre para morir en la Cruz. Belèn nos debe encaminar al Gòlgota . Un sacrificio ofrecido para alcanzarnos el perdòn, para salvarnos de la condenaciòn. Sin sacrificio y sin perdòn, no hay amor verdadero.

Y lo mismo debe haber pensado San Esteban, mientras miraba a los judìos recoger las piedras que se convertirìan en instrumentos de su muerte. Pero pudo el amor vencer al miedo y al dolor. Y aun en aquel momento terrible, supo ofrecer el sacrificio de su vida, mientras perdonaba a sus verdugos y pedir a Dios perdòn en nombre de quienes lo asesinaban, como lo habìa hecho su Maestro en la Cruz. San Esteban mostrò que junto a su amor a Dios, estaba tambièn su amor por las almas, aun las de aquellos que deseaban su muerte. Sin sacrificio y sin perdòn, no hay amor verdadero.

Comprender entònces que la fiesta de la Sagrada Familia nos sigue recordando la misma verdad, del amor que se cultiva entre el sacrificio y el perdòn, no es difìcil. Ser familia en la actualidad, es una tarea para valientes. En un ambiente egoìsta donde se huye del sacrificio porque se piensa que lo principal es el bienestar personal, es complicado. Peor aun, mientras se rinde culto al egocentrismo y a su hermana la soberbia, el perdòn viene considerado como una derrota, como la aniquilaciòn de la propia dignidad. Y es asì como se destruyen los cimientos del nucleo familiar, para convertir el hogar en un hotel, el matrimonio en una sociedad, la paternidad en una carga.

Pongamos nuestra mirada en la Sagrada Familia, en la Navidad y en San Esteban y seremos capaces de redescubrir la clave del autèntico amor: sacrificio y perdòn.

Hasta el Cielo.


P. Cèsar Piechestein

elcuradetodos... ustedes

1 comentario:

  1. Priscila Gavilanes R.28 de diciembre de 2009, 20:07

    Dios me lo bendiga Padre por tanta enseñanza.

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